Tres canciones, 265. La elección de Raúl:

JIMMY BARNATÁN & THE COCOONERS – THE GANGSTER THAT YOU NEED

A los amigos del Rafi, Javier Cámara en ‘Torrente, el brazo tonto de la ley’, habría que seguirles la pista y ver que, seguramente, 17 años después, los proyectos y sus nuevas historias deberían haber sepultado aquellos papeles marginales y sucios que aún perduran en mi memoria. Viendo en qué se ha convertido la saga de Santiago Segura (la lista de defectos es larga, pero destacan esos cameos porque sí, el ejercicio populista de meter la fama en calzador), se echan de menos aquellos anonimatos y esos castings que uno imagina hechos en el paisanaje de Madrid, cuando explota la vida de día en bares o terrazas, pero también al amparo de algún bajo fondo. Hablo del Bombilla, el Malaguita y Toneti, fauna tirillas variada, más ‘pinkfloys’ que perdedores. Aquella reunión en la cumbre en el bingo, urdiendo el plan, refleja bien el tono amateur y entrañable de ese clan. A uno, en la nostalgia de lo que nunca sucedió, le habría gustado compartir billares y tugurios con tanto perla.

Me acordé de la película, mitificación en la adolescencia, hace unas semanas, cuando hallé un paralelismo en una noticia grave: los hermanos Kouachi se olvidaron un DNI en el Citroën C3 con el que huyeron de la sede de ‘Charlie Hebdo’, donde habían matado a 11 personas. Lo mismo le pasó a José Luis Torrente. Ya se sabe que puestos a no dejar rastro, descuidar el carnet de identidad no es la mejor opción. La tonta similitud me hizo recuperar las aventuras de aquella pandilla de infausto final. Quizás el más querido fuera el saltimbanqui Malaguita (al que años después vimos en ‘Kárate a muerte en Torremolinos’), pero el de más recorrido fue Jimmy Barnatán, Toneti, un chaval precoz que había aparecido años antes en ‘El día de la bestia’. A Toneti (spoiler, pero qué más dará a estas alturas) le descubren los malos (Manuel Manquiña a la cabeza) con la grabadora bajo el jersey. «Es para oír el partido», dice él antes de largarlo todo. En la huida se acaba arrojando por la ventana. La escena deja paso a aquel discurso patético, patriótico y sentido de Torrente, de cuando estuvo en el Áfrika Korps.

torrenteDe izquierda a derecha: Toneti, Malaguita, Torrente, Bombilla y Rafi, en el bingo

Aquel zagal de 17 años es hoy un valorado músico de rock y blues, juguetón, muy de género, muy de estilemas. Tan pronto sale en ‘Los Serrano’, como dirige un corto, escribe un blog sobre las bondades nocturnas de Madrid como factura discos anclados en el otro lado del océano, bebiendo del Nueva York donde se crió en parte. Me gustan estas asociaciones improbables. Él va con tupé, se rodea de contrabajos, impone con su voz, le canta a los gángsters, asume todos los tópicos del universo rockabilly y, de paso, desmiente aquella acusación de Torrente, tras su muerte en la ficción, de que era un pusilánime y no merecía estar en la cuadrilla por haberse derrumbado y confesado. Toneti no es un blando, sigue vivo, suena bien, gasta swing y canta blues.