La Inercia acaba de dar positivo en un test antidopping, así que es posible que estas canciones estén contaminadas. Úsenlas con precaución y buen gusto y tengan un buen fin de semana. Ea.

La elección de Raúl

EAGLE EYE CHERRY – SAVE TONIGHT

Trivial de La Inercia: deportes & ocio & música & cantautores sueco-americanos: ¿Qué dos canciones conoce usted, lector melómano, del bueno de Eagle Eye Cherry? Ésta, la que toca hoy, y la otra, (‘Are you still having fun?’); para qué más. Dijo Juanjo López el otro día en la radio que una sola escena de Clint Eastwood vapuela sin despeinarse a carreras enteras de jóvenes cineastas. Le escuché decir una vez a Carlos Goñi que los dos primeros versos de la canción ‘19 días y 500 noches’ valen por una trayectoria entera. Ya me gustaría a mí hollar la excelencia una tarde y decir después que ya, que ya fue, que no me busquen, que tengo las llamadas entrantes restringidas, que ahora sesteo, que no me exijan más artículos porque con aquel ya toqué techo, que ahora abrazo dichoso y ocioso la mediocridad y la decadencia. A mí me pasa con los adjetivos: me emborracho de perífrasis y circunvalaciones y rotondas verbales y luego viene alguien con una sola palabra y me jode el chiringuito.

Y quizás la clave, en parte, resida también en ese temor que dibujó Sabina: lo peor de sentarse a escribir la canción más bonita del mundo es conseguirlo, porque luego todo lo demás es frustración. Así que mejor habitar ahí, en lo impuro, en lo imperfecto, en ese quedarse con las ganas, en el gatillazo, en la distancia entre el deseo y la realidad. Digo yo que algo así le pasaría a Eagle Eye Cherry, que se marcó el hit ‘Save tonight’, poético y redondo, con esa letra que pronostica la ausencia y habla de conservar algo que está a punto de perderse. El nórdico (nació en Estocolmo) ya lo dijo todo entonces, allá cuando morían los 90, y luego siguió diciendo cosas (no hace mucho sacó disco) pero ya nunca fue igual. ¿Para qué décadas en la música cuando todo se pudo decir en cuatro minutos?

 La elección de Withor

THE JAM – GOING UNDERGROUND

¿La música para conducir hace que uno sea mejor conductor? La música para follar, ¿alarga el coito? ¿Aumenta el tamaño de la erección? ¿Puede la música para cocinar hacer que el sabor de un buen entrecot a la pimienta sea todavía más intenso? ¿Y la música para relajarse? ¿Agita los nervios o calma la tensión muscular?

Viene esto al caso porque esta mañana, en mi coche, ante la montaña de cedeses desordenados que se apilan sin cuidado y con tendencia a la ralladura, con algunos de ellos pasando de planta a la UVI, y otros enterrados en una fosa común a la espera de Garzón, me he topado con uno de esos discos que en su día anunciaban en la televisión como ideales para escucharlos mientras conduces. ‘The best music to drive’,  ‘Best road trip songs’ o algo así se llamaba el susodicho. ¿Y que se puede encontrar? Pues desde los primerizos Coldplay, al único tema famoso de Nickelback, de la colaboración de Sting y el negro guapo aquel, a los del ‘Mmmm mmm mmm’. Algún que otro clásico de los 80 de esos que no dan vergüenza ajena, el going underground de los Jam, una famosa de los Manic Street Prechaers y, en general, canciones de aquellas que suenan bien, entran bien, gustan a todo el mundo. Nadie te dirá ‘joder que cedé más guapo’, pero ningún copiloto te gritará ‘Quita esta mierda pavo’.

Pues esta, señores, se supone que es la música para conducir. Esta mañana me he dado unas cuantas vueltas mientras sonaba. De momento, no me siento mejor conductor.

La elección de V the Wanderer

ROCÍO JURADO – COMO UNA OLA

Es tan épica que si la hubiera cantado Raphael un terremoto habría asolado Europa. Tan enorme que casi anula la pereza que me da La Más Grande. Tan emocionante que por su culpa le perdono la ranciedad folklórica a semejante figurón. Tan cantable que en cuanto la vi en la tienda del Singstar me la agencié como si no hubiera mañana.

Puro romanticismo extreme, este temazo me remite a las composiciones de Jim Steinman para Meat Loaf o Bonnie Tyler. O, para no irse tan lejos, al ‘Como yo te amo’ que cantaron La Más Grande misma, Raphael y hasta ambos a dúo. A esas bombas de sentimiento, de pasión, de amores arrebatadores. La letra es literatura de las de análisis morfosintáctico, la instrumentación por una vez no enturbia con demasiados tics de época y la estructura es de las de venirse arriba en el karaoke. Exceso a paladas. Pura, inadulterada épica.