Éranse una vez tres muchachos que recomendaban temazos de bien cada viernes. La historia no tiene mucho más, pero las recomendaciones valían la pena.

La elección de Withor

CELIA CRUZ Y PAU DONÉS – A LO LOCO

De la misma forma que no podemos negar que Hitler o Stalin son personajes fascinantes por mucho que los odiemos, tampoco deberíamos intentar despojar de su trono a Celia Cruz, por mucho que, como es el caso, no nos guste la salsa. De Úrsula Hilaria Celia de la Caridad de la Santísima Trinidad Cruz Alfonso se podrían decir muchas cosas, sin ir más lejos, que tiene uno de los nombres más largos que se recuerdan. Los entendidos en salsa dicen es que es la reina, que nunca habrá nadie como ella y toda la monserga imaginable. Y a mí, que jamás me ha gustado la salsa, no me queda más que callar y asentir. Por otro lado, tenemos a Pau Donés. De él también se podrían decir muchas cosas, pero creo que todos estaremos de acuerdo si para resumir lo califico de ‘gilipollas’ y arrieros somos.

Celia Cruz y Pau Donés jamás deberían haber colaborado juntos. Es antinatural, estúpido, algo surrealista. Y sin embargo, por aquellas jugadas que el destino nos tiene preparadas para reírse de nosotros, lo hicieron. La reina y el gilipollas, juntos, para poner música a una película. Y en lo que en cualquier otro film habría sido risible y denostado, en esa obra magna, en esa comedia de comedias del cine español que es ‘El Milagro de P. Tinto’, la cosa no sólo funciona, sino que es natural, inteligente y totalmente coherente.

La cuestión es… ¿tendría el mismo efecto la canción si jamás hubiese estado relacionada con la película? ¿Podemos disociar fragmentos de una obra conjunta y valorarlos como entes individualizados? Preguntas que no casan con la filosofía de la canción y que, por tanto, dejaremos en el aire. ¡A lo loco!

La elección de V the Wanderer

NAT KING COLE – PRETEND

Un hombre necesita autoimponerse algunas reglas, aunque sea para romperlas. Así, yo me prohibo entregarme a la melancolía tontorrona, leer dos libros seguidos del mismo autor y delinquir los días de guardar. No lo consigo o finjo no poder conseguirlo o las rompo voluntariamente, vayan a saber: aquí me tienen escuchando en bucle este ‘Pretend’ de Nat King Cole y abriendo el cuarto libro consecutivo de Murakami Haruki.

‘Pretend’ aparece en ‘Al sur de la frontera, al oeste del sol’ y bien podría ser el himno del muy paramusical escritor japonés. Recoge todos sus atractivos principales: elegante, evocador, rememorado, ambiguo, romántico, herido, nocturno, cargado de la belleza de lo efímero y lo imperfecto. Habla, además, de la felicidad fingida, como esa dualidad entre ‘honne’ y ‘tatamae’ (sentimientos y fachada) que tan bien catalogan los nipones pero que me da, miren usted, que es universal. Además, es un temazo por derecho propio, más allá de las asociaciones literarias que uno crea en su mente.

Por su culpa, creo una lista nueva en Spotify suave y jazzera (¡será la edad!) y me siento como un señor añorando amores pasados o imposibles. Ay, melancolía. Justo ahora que había dejado el whisky y que llevaba tres domingos sin delinquir.

La elección de Raúl

JEFF BECK – TIGER RAG (feat. Imelda May)

De tocar ni zorrísima idea, pero me encantan las guitarras eléctricas; como cacharro, digo, como electrodoméstico, como objeto asible; y abrazarlas, acariciarlas, blandirlas, admirar formas, colores y desgastes, aunque su uso se me antoje tan enigmático como el de una lavadora; aunque utilice menos la Fender que tengo en casa que la yogurtera. Especial querencia muestro por la majestuosidad y el tronío de toda Gibson Les Paul, su aspecto señorial y lujosísimo (de las guitarras me gusta sólo el físico, ¿qué pasa?, porque meterme en sonoridades sería aventurarme en notable berenjenal). Así que sirva esta canción ratonil, gatuna y vivaracha (un clásico añejo del jazz mil veces versionado) de homenaje a Les Paul, el músico que en los años 30 y 40 revolucionó la cosa del mástil y las seis cuerdas inventándose modelos. Estos atrevimientos siempre tienen algo de desfachatez, descaro y locura científica.

El bueno de Les Paul interpretó el tema hace la tira junto con su esposa, Mary Ford. Murió en 2009 y luego le llovieron los homenajes, como el directo que nos concierne hoy, incluido en un disco reciente que grabó Jeff Beck, otro perro anciano del rock, que tocó en los Yardbirds y siempre habitó en la onda de Eric Clapton o Jimmy Page. En este tema, Beck satisface el ego insaciable de todo guitarrista (ese símbolo fálico) con punteos de vértigo en pos del lucimiento ostentoso pero breve y amable, casi de dibujos animados, casi de filigrana bluesera. Luego, entre el contrabajo y el sonido de color antiguo pese a la contemporaneidad de la grabación, la irlandesa Imelda May tira de su registro rockabilly para enternecerlo todo y rematar un dúo divertido, cándido, ligero y la mar de juguetón.