Da comienzo el cientocatorceavo pleno de la Real Academia de La Inercia, coincidiendo con la Santísima Semana del año de Nuestro Señor 2012. No se planean procesiones a santo de ésto, pero puede que alguna vaya por dentro. Se le cede el asiento W de Withor a Juanjo López, que viene de invitado sin traer postre y advertido de no cocinarnos ningún Cristo. Habla el secretario (mono número 12.345) y el maestro de ceremonias toma la vara presidencial. Anote el escribano: éstas son las canciones que se recomiendan para este fin de semana de recogimiento.

La elección de Juanjo López

JAVIER KRAHE – ‘NOS OCUPAMOS DEL MAR’

No hace falta reivindicar a Javier Krahe como cantante sonante y pensante incesante. Faltaría más. Javier devora el escenario con los pocos pero excelentes recursos que le aportan sus socios Javier López de Guereña y Fernando Anguita, con quienes forma la Santísima Trinidad de la música en directo, por mucho que alguna asociación cristiana ponga el grito en el cielo y la denuncia en los juzgados.

Krahe acaba de cumplir 67 añazos y en lugar de estar pensando en la jubilación se mantiene fiel a la ciencia exacta de las letras puras. Ahora más que nunca pero seguramente menos que mañana. Nada es perfecto, ni lo tiene que ser. La perfección está sobrevalorada en el mercadeo artístico. Arriba la pureza de las imperfecciones. Las canciones de Krahe tienen una salud de hierro.

Me gustan los cantantes que teóricamente no tienen voz para cantar. Me gustan porque llevan la contraria al pensamiento único de la santa madre naturaleza y su dictatorial reparto de virtudes. Me gusta Krahe porque ni cuando calla parece ausente. Os hablo de un poeta reconvertido a cantautor que se fugó del pasado hiperrealista, de un hombre anclado en el presente que sobrevive esquivando las falsas incertidumbres del futuro. Mientras nos ocupamos del mar, Krahe sigue tratando lo que tiene importancia.

La elección de V the Wanderer

CHARLIE & INEZ FOXX – ‘MOCKINGBIRD’

El compadre Aranda destapa la caja de los vientos: ¿pues no va y se pone a citar ‘Dos tontos muy tontos’ ahí en mitad del campo? ¡Santo periquito Piti, Batman! Al instante se van a tomar por culo años y años de represión, de autocontrol, de madurez, y ya estamos con el «coma un poco y se lo diremos», «no se me vaya a morir» y, claro está, la cancioncita del jilguero de marras. A dos, o cuatro, o seis descoordinadísimas voces.

Luego me pongo mi gorro de resolver misterios (última vez que lo vestí: para analizar gramaticalmente «irse de putas») y localizo la tonada que Carrey y Daniels masacran sin compasión: ‘Mockingbird’ de los hermanos Inez y Charlie Foxx. Irreconocible, o no. Una cosa muy de los 60, de película del Vietnam, de rythm and pop, de recopilatorio barato. Suena casi tan molesta y adictiva como la versión de los dos tontos, y así acabo la semana: enganchado de nuevo a algo que me provoca taquicardia.

(Nota para los Farrelly: quiero esta canción para los títulos de apertura de la secuela. Si no, habréis violado mi infancia, bla, bla, bla.)

 

La elección de Raúl

MIGUEL RÍOS Y MANOLO GARCÍA – INSURRECCIÓN

No le vean la lectura literalmente social, pese a la coyuntura. Si acaso, confinen esta canción a la ampliación del campo de batalla personal, o a la república laica de la piel para adentro, ahí donde se libran las guerras de la pequeña épica. Algo de guía temática: el amor como lucha, con vencedores, dañados y vencidos, la heroicidad sentimental, la perplejidad del después de, la indigestión, la revuelta, la revolución que purga, el duelo necesario de bar y confesión, el alma maltrecha, incendiada como un contenedor en plena algarabía callejera. Hay unos pocos versos centrifugadores que nos retratan: “Nadie es mejor que nadie pero tú creíste vencer” o esa pregunta retórica, reproche adjunto, con la que empieza todo: “¿Dónde estabas entonces, cuando tanto te necesité?”.

Le doy vueltas a la letra, popular, histórica y ambigua, y me quedo con la imagen del halcón malherido por las flechas de la incertidumbre, que es también poderosa, acuñada originalmente en 1986 por el funcionarial Manolo García y el marciano Quimi Portet en El último de la fila. Luego descubrí esa frase que habla de cortarse el pelo una y otra vez (acaso catarsis) y que me encanta no entender. La mezcla, en fin, es rara, algo así como un cóctel de extraña euforia en medio del desengaño.

Yo prefiero esta versión, actual, más viva, más medio tiempo, a pachas con Miguel Ríos en su disco de duetos. No acabaron ahí los homenajes. Pónganse ‘Promesas que no valen nada’, de Los Piratas, y vean cómo al final, allá donde va agotándose el fade out y muere el tema, a Iván Ferreiro le da por arrancarse con este clásico incontestable, compuesto en dos horas, ‘in extremis’, el último día, en el mismo estudio.