Está la cosa fatal pero no es culpa nuestra, amada ciudadana, codiciado votante. No se puede gastar en lo que no se tiene porque si no se tiene, no se puede invertir dinero en ello por mucho que el dinero sí se tenga. Pero nosotros sabemos lo que hay que hacer y estamos dispuestos a saber lo que hay que hacer y hasta a estar dispuestos a ello si se da el funesto caso. Tenemos un paquete de medidas y las medidas de nuestros paquetes (no somos Mandingo, pero podemos inyectar confianza). Quien esté libre de mercados que tire la primera piedra, pero que apunte a los que estaban antes: la culpa es de ellos que nos vistieron como putas.

La elección de V the Wanderer

ÓSCAR ARAUJO – BESIEGED VILLAGE

Situación primera: Gabriel Belmont, uno de los protagonistas más fascinantes de esta generación jugable, llega a una aldea asediada por temibles aberraciones. Camina con decisión bajo la lluvia mientras empuña un arma en forma de cruz. Un grupo de licántropos le rodea. Él no se detendrá: busca la manera de resucitar a la mujer que ama, incluso si eso le acerca al mal más puro. Sí, podríamos estar ante una cansina sarta de clichés épicofantásticos, pero el excelente trabajo de los creadores de ‘Castlevania: Lords of Shadow’ eleva el material, da sentido al género y lo trasciende. No hay prueba mejor que la asombrosa banda sonora de Óscar Araujo, desde ya una de las mejores creaciones musicales de nuestro panorama. Épica evocadora de grandes paisajes, de vastas ruinas pero también de humanos falibles con una determinación inamovible.

Situación segunda: El que esto suscribe, humano mucho más modesto y frágil que el imparable Gabriel, se coloca en la línea de salida de una carrera de montaña en un pueblo no muy lejano. Comparto espacio con unos pocos guerreros, todos de aspecto mucho más versado que yo, que justo empiezo a verle las garras a esto del trail (y, si me apuran, a lo de correr). Acaba la cuenta atrás, pulso el play y arranco sostenido por los metales de Araujo, por sus ominosos coros. Cruzo el pueblo con el ánimo en alto, jaleado por las gentes locales, intentando seguirle el paso a Cano (compañero e inspiración en lo de acumular kilómetros, pero no se lo digan). Llegamos a un pantano, a terreno menos amable. Ahora sí, estoy frente a frente con mi particular reto, mucho más modesto que el de Belmont pero que no me exigirá poco. Tras un pequeño receso coral, la percusión y las cuerdas cierran el tema en alto. Tampoco yo me detendré.

 

La elección de Raúl

THE JESUS AND MARY CHAIN – JUST LIKE HONEY

La pesadez post-punk, el reverb evocador, el tormento poético, el ruido envolvente con eco y la batería como lejana, porque nunca una distorsión resultó a la vez tan arrastrada y melódica, pintan ya, desde hace unos años, las colapsadas calles de Tokio. Escojo un tema extrasobado, lo sé, muy bandera de la oscuridad ochentera y underground, pero apelo al estirón que dio en 2003: Sofia Coppola lo rescata para el final de esa obra maestra que es ‘Lost in translation’.

Abrazo largo, beso primero en la boca y luego en el ojo a la sollozante Scarlett Johansson y Bill Murray, contenido, retrocediendo, a punto de adentrarse en la selva enmarañada de Shibuya o en cualquier otra aglomeración nipona. Como cuando dice Sabina aquello de “meterse en el trajín de la Gran Vía” y dos versos más allá lo de que “la vida siguió como siguen las cosas que no tienen mucho sentido”, aunque en ‘Donde habita el olvido’ con una rémora bastante más sexual.

Empieza entonces la batería a abrir la herida, cuando Bill se monta en el taxi, y entonces es Tokio la protagonista: los fastuosos colorines, las avenidas que atardecen, el neón boyante de los rascacielos, acaso donde la megalómana urbe, esa donde los dos, con sus vidas llenas de nada, se han sentido bichos raros y fuera de sitio en toda la película, acaba por impersonalizarlo todo, y bajo marchas ya para que esto no acabe en pajote cinematográfico. Ese fundido a negro sin vuelta atrás, ese broche genial y amargo me sigue sobrecogiendo (y aún más a cada visionado) de tal manera que para no sumirme en un qué-sé-yo tontorrón y trascendente no me queda otra que tirar de antídoto cafre, banalizar y culminar tal que así: ‘bah, o sea que al final no follan’ (ya me disculpará usted el spoiler).

 

La elección de Withor

LAS AVENTURAS DE KIRLIAN – EN UN DÍA GRIS

No es la primera vez, y les aseguro que no será la última, que Raúl o yo hablamos aquí del disco ‘Las 100 mejores canciones del pop español’ editado por la prestigiosa discográfica de Crónicas Marcianas. Y es que el quintuple disco, aunque incluía dos mentiras en su título (ni eran las mejores ni todas eran pop) es de aquellos que nos han marcado a fuego, que nos hizo hombres, y esas cosas que tantas veces hemos explicado ya. Lleno de temazos, entre los 100 artistas que aparecen hay algunos, quizás 20 o 30, que bien podrían no haber existido nunca. Y se puede llegar a pensar que su existencia se limita a la canción que aparece en el recopilatorio, y al nombre escrito en la contraportada. Como el árbol que cae en mitad del bosque y nadie sabe si existió, o no. De esa terma de grupos, lo único que uno sabe es que aparecen ahí, pero jamás se vieron ni se sintió hablar de ellos.

Las Aventuras de Kirlian -¿por qué el artículo?- era uno de esos grupos hasta que hace unas semanas, en Jenesaispop, leí que iban a hacerles un disco-homenaje. Es decir, Las Aventuras de Kirlian sí que existió, tuvo un cantante y un guitarrista, alguien iría a verlos en directo y vete a saber quien les produjo su único disco. Es más: está considerado como uno de los primeros grupos independientes del pop español (o como dicen ellos, ‘pieza seminal’). Pues oye, tampoco está nada mal teniendo en cuenta que algunos días ya lejanos, cuando escuchaba ‘En un día gris’, pensaba que en realidad, al igual que Slash, nunca habían existido.