La Inercia te ha etiquetado en estas Tres Canciones. Puedes elegir si leerlo y escucharlas aplaudiendo en pie o no. Pero vamos, que siendo gratis y al no perjudicar en nada a tu privacidad y tu formación cultural, la decisión debería estar clara. Tú sabrás lo que haces.

La elección de Raúl

GUADALUPE PLATA – BABY ME VUELVES LOCO

Andalucía es flamenco, sevillanas, chirigotas y blues loco, tóxico, espasmódico, embrutecido. Hacía tiempo que no escuchaba una cosa tan verraca, una música que desbarrara hasta el miedo, tan nacida en el derrape constante, a riesgo de sonar indigerible, a un paso del feísmo. Uno se imagina al trío jienense Guadalupe Plata sumiéndose en la catarsis a cada ensayo. Un grito de guerra que pueda servir como letra mínima de la canción, y a prenderse fuego un rato. Nuestro ‘yo’ racional queda a un lado. Sólo hay trance. Poco importa el envoltorio, el marketing: ni le ponen nombre a sus álbumes. Todos los discos se llaman como el grupo y ya, así que no le hagan caso al título de esta canción, que bien pudiera ser una traducción de un hit de Britney Spears.

El lugar común de la crítica, en la ruleta rusa de juntar etiquetas, debería cascarse una metonimia de esas en las que se diga que es como si el Genil desembocara, tal que afluente, en el Delta del Mississipi. O como llevar a un grupo de afroamericanos de los años 20 a tocar en una barcaza por el Guadalquivir. ¿Quieren más?. Pues es venderle el alma al diablo a cambio de unos copazos de rebujito en la Semana Santa y de poder inventarse una letanía turbia y pantanosa como ésta.

Yo qué sé, yo lo que sé de este blues lisérgico, casi un instrumental, es que una guitarra que se desenfrena a gusto no es incompatible con unas maracas o una cuerda sujeta a un palo en una palangana de hojalata para hacer las veces de bajo. Yo lo que sé es que esto suena a endemoniamiento, a malestar, a veneno. Todo es urgente, todo es sucio, imperfecto, porcachón. Chillidos por allí, ritmo machacón por aquí, despachando tormento y mala vida; la zona turbadora del andalucismo, perfecto para una Feria de Abril en antros portuarios y traicioneros.

La elección de V

THE ROLLING STONES (CON MERRY CLEYTON) – GIMME SHELTER

Dice Merry Cleyton que una madrugada llamaron a su casa y le dijeron «ven al estudio, que los Rolling te quieren para grabar una canción». Ella, obediente, en pijama y embarazadísima, acabó berreando aquello de «rape, murder, it’s just a shot away» sin saber muy bien que estaba registrando uno de los gritos más icónicos del rock. Qué vida tienes que llevar para que algo así sea el pan tuyo de cada día.

Merry Cleyton es una cantante de acompañamiento (una corista, si queremos ponernos mundanos) cuyo nombre, como el de muchas otras de su profesión, nunca está en las portadas ni en los títulos de los vídeos. Ni siquiera detrás de un «feat.» que haga de apaño. Injusto, pero tampoco como para montar un drama: Merry, como Lisa Fischer (quien canta ahora el tema en los directos), Darlene Love o Claudia Lennear, tiene una carrera de décadas ganándose de ese modo el jornal y la satisfacción de cantar junto a los mejores.

A todas ellas se dedica el documental ’20 feet from stardom’, que está nominado a un Óscar este año. Sólo por su historia vale la pena verlo, aunque luego el relato sea algo errático y lleno de tics del documentalismo americano (la última media hora es una colección de falsos finales épicos que agota a cualquiera). Y si una nominación a un premio estirado y pomposo hace que veamos ese documental y, por una vez, nos aprendamos el nombre del machaca, del pez pequeño, del talento oculto, vale la pena soportar todo el glamour y la pompa del mundo.

(Mañana emitimos y comentamos la gala en directo, por cierto, con Juanjo López y David Serra. Ustedes deciden si esto ha sido un autobombo mal colado o no.)

La elección de Withor

LOS PLANETAS – LOS POETAS

Nosotros somos muy del absurdo, de la estupidez, de poner frases en boca de quien no toca, de elevar la supina tontería al máximo exponente sin pensar en las consecuencias. Nos sentimos cómodos en la absurdidad y nos reímos mucho de lo improbable, dando por veraces situaciones que nunca se van a dar. Somos muy de Faemino y Cansado y somos muy de los Monty Python, que tuvieron la ocurrencia de bautizar al criminal más buscado de Inglaterra como Kierkegaard. Nos gusta nadar en aguas turbias y bañarnos en el sinsentido. Es más, lo disfrutamos. Nos reímos cuando a alguno se le ocurre decir que “como dijo Nietzsche, voy a cagar” y lo justificamos pensando que “alguna vez lo diría”, aunque sabemos que probablemente nunca fuera así.

Somos así, lo aceptamos e incluso nos gusta. También lo hacemos con la música. Imaginamos canciones puestas en el peor sitio posible y eso nos provoca la risa. Intentamos ir un poco más allá y no caer en lo fácil (Britney Spears en un entierro o Manolo Escobar en un míting independentista). El otro día nos volvió a pasar a mí y a Raúl. Recordamos la canción ‘Los poetas’, probablemente lo menos audible que han hecho nunca Los Planetas. Diez minutos de distorsión, mezclando electrónica y ¿flamenco?, siendo la arritmia la base de todo ese caos. Pocas cosas pueden haber menos escuchables (aunque a mí, lo reconozco, me gusta). Jugamos a imaginar que la poníamos en la entrada del programa radiofónico, rompiendo totalmente el ritmo, impidiendo al escuchante entrar en nuestra atmósfera. Diez minutos que no soportaría nadie, que acabaría por cansar a los pocos fieles que nos siguen. Y nos entró la risa tonta y nos partimos un rato y ya no pudimos parar. Poner ‘Los poetas’ como entrada musical del programa. Tan simple como eso. A veces hacen falta muy pocas palabras para que uno sea feliz.