La elección de Withor

FLIGHT OF THE CONCHORDS – HIPHOPOPOTAMUS VS. RHYMENOCEROS

He estado tantas veces en Palma de Mallorca (con intento de fijar mi residencia allí incluido) que para mí visitar la isla no es sinónimo de vacaciones. Se lo explico a mis compañeros de trabajo, que me preguntan con todas sus buenas intenciones que qué tal había ido mi escapada de recreo. Yo les contesto que en realidad se ha tratado de una pequeña desconexión, como si Palma fuese mi segunda residencia, como si en realidad no hubiese abandonado la península. Y es que ir a Palma, a día de hoy, es para mí un antónimo de turismo. Ni me llevo la cámara de fotos, porque la isla es un sitio para desconectar, mi kit-kat particular, como si fuese uno de esos tarraconenses que huyen durante el fin de semana a su chalet de Altafulla, con el único objetivo de cambiar de aires (que no de comarca).

Por todo ello, puedo pegarme el lujazo de ir a Palma y dedicar toda una madrugada (y parte de la noche posterior) a apalancarme en el sofá (ojo, que también hubo escapada a la montaña, cine, visita a unos amigos y cerveceo y cafeteo vario). Pero en mi condición de no-turista, puedo permitirme un día perro, de sofá, manta (lástima que no hiciese frío) y tele. Vagancia extrema, pero el día estuvo muy bien aprovechado. Yo le descubrí a Víctor ‘Eagleheart’, una especie de parodia de la serie de rangers de Chuck Norris en la que nada tiene sentido. Una bendita locura que sabía que a mi compadre le iba a sentar como una paella en la playa y de ahí que nos ventilásemos una temporada entera (120 minutos en total) en cuatro ratos muertos. Y él, por su parte, me demostró que su infinita devoción por Flight of the Conchords tenía su razón de ser. Nos tragamos la mitad de la primera temporada, pero si hubiese tenido (¡ojalá!) un día más nos la hubiésemos comido entera, cual hambriento Mani. Y es que en pocos capítulos se les acaba pillando un cariño exagerado a sus dos protagonistas, unos losers y apalancados de cuidado que parecen buena gente (aunque sus alter ego Hiphopopotamus y Rhymenoceros nos quieran confundir). Pocas cosas más divertidas se me ocurren que estar tirado en el sofá viendo sus no-peripecias, lejos del bullicio de los turistas en Palma.