San Viernes, el día en que murió aquel tipo que silbaba en una cruz. Los inercios somos practicantes del zoroastrismo, el culto a los dioses de Asgard y el buddhismo mahayana, así que no nos verán en procesiones cristianas, ortodoxas ni ateas. Pero ahí va un poco de sobrecogimiento espiritual por nuestra parte. Recuerden: Jesús murió por los pecados de alguien, pero no los nuestros.

La elección de V the Wanderer

LUCAS 15 – NO HAY TAL ANDAR

Yo dedico las Semanas Santas a imaginarme al Papa en chándal y releer a Eslava Galán y sus ovejas, pero la solemnidad de esta revigorización astur me sobrecoge y me hace pensar en el Cristo gore de Mel Gibson. Mal rollo y culpabilidad, mártires y sacrificios, esas materias. Es tan seria y elevada la cosa que hasta pienso que ha de ser pura guasa, una especie de broma postmoderna o un juego de ironías finísimo. Que no veo a Xel Pereda ni a Nacho Vegas de nazareno, vamos.

Unos coros graves, elevadísimos, como de peplum clásico, y una instrumentación epifánica van marcando los pasos de este Via Crucis (en realidad, villancico) cantábrico. La estructura es simplicísima, muy mnemotécnica, repartida en siete andares por los que transitan santos y devotos, almas en pena mirando con piedad y solemnidad el Cuerpo y la Sangre del Cordero de Dios.

Ahora recuerdo aquellas misas de madrugada de Sábado Santo, nocturnas, lúgubres, con un punto perverso. Encendíamos las velas y salíamos al exterior, a la plaza, como una suerte de Santa Compaña urbanita, y a veces Jaime y yo hacíamos de monaguillos y sosteníamos un cirio gigantesco mientras el cura seguía con su liturgia. Ojalá hubiéramos tenido este himno en aquellos días, y las guitarras de Xel y la voz de Nacho hubieran acompañado a esa procesión de velas bajo la indiferente luna y las farolas de barrio.

En fin, memorias y reniegos cristianos de un inercio. Hágase en La Inercia tu Voluntad. Amén.

 

La elección de Raúl

SURFIN’ BICHOS – LA ORACIÓN DEL DESIERTO

Nacho Vegas le pregunta a San Alfaro si hay algo que pueda hacer para purgar sus pecados. La respuesta no es bonita. Aullidos, si acaso, ya sabéis. ‘In Alfaro we trust’, añado yo, un día como hoy, viernes santo, otrora mañana tediosa donde me atraganté de procesiones maratonianas en el pueblo de mis padres. Fernando Alfaro, albaceteño y no por eso menos gurú del desasosiego, se desgañita en uno de los himnos de su primer y más histórico grupo. Esta canción, turbia y enfebrecida, marca de la casa, habla de cruces de ceniza en la frente, de Santa María Madre de Dios, ecuaciones, carne débil y cuchillos de cocina, un raro e irreverente flujo de la conciencia, válido para incendiar iglesias o buscar ayuda divina en el desierto. Suena como una polvorienta letanía, una plegaria visceral y underground imposible de descifrar.

Surfin’ bichos manosean el lenguaje bíblico (como hace El Columpio Asesino en algunas canciones) dándole una patina de vértigo e incertidumbre. A uno se le queda mal cuerpo, claro. Musicalmente: agrias guitarras destartalándose, chirrios, distorsiones y minuto y medio final de campanas. No es bonito, no. Es la canción que cantarías en agosto en el desierto, después de recibir un tiro en el vientre, o la que tararearías después de ocho horas de procesión, justo antes de volverte loco. No es bonito, no.

La elección de Withor

MÄGO DE OZ -JESÚS DE CHAMBERÍ

El día que nació la primera religión del mundo supuso también el nacimiento de algo, todavía, casi peor: el heavy. Si es cierto que todos necesitamos a nuestro Moriarty, como Lisa Simpson dixit, los heavys habían encontrado al suyo. Meterse con todos los valores que se introducen dentro del concepto ‘religión’ es algo demasiado apetitoso para dejarlo pasar. El capitalismo, la mitología vikinga, los dragones y los porros suponen temáticas también apetitosas para un heavy, pero no tanto como la religión.

Son numerosas las muestras de heavys desgañitándose contra Dios, lo que al fin y al cabo, supone rebelarse contra la autoridad, auténtico enemigo totémico de los greñas. Con contadas excepciones como el Padre Johnny, en general los heavys utilizan la religión y sus símbolos como un elemento sobre el que escupir y quedarse agusto. Que no está mal.

Uno no es religioso y le dan igual estas cosas, pero se agradece un poco de originalidad. La tuvieron los Mägo de Oz, grupo que hace unos años hacía buenos discos, concretamente óperas-rock. Una de ellas, sobre el nacimiento de Jesús. Pero no el que todos conocemos o el de la canción de los Planetas, sino el Jesús de Chamberí. Un nuevo Jesucristo, más cool, preocupado por yonkis, que recomienda follar -aunque sea con putas-, que bebe en los bares, que es antisistema y cuyo primer mandamiento es ‘derribad las naciones con golpes de tolerancia y amor’. En definitiva, un Jesucristo adaptado a los nuevos tiempos y generaciones, con capacidad de ser mediático aunque con un halo de cursilez que le aleja de otras vertientes más duras, como el Jesucristo García de los Extremo.

Y yo, que nunca entendí por qué la Virgen era virgen y tenía un hijo, qué era la ‘paloma esa’ e incluso no supe encontrar las siete diferencias entre Dios y Alá -¡Madrid!- pienso en aquella frase que le decían a los protagonistas de Cuatro Amigos. «Vuestra generación es una mierda, sois blandos. Nosotros teníamos a Franco, teníamos a alguien contra quien luchar». Y pienso en los heavys y en lo fácil que sería vivir sin enemigos, sin Moriarty. O hacerlo más fácil, y cagarte en la madre de Cristiano Ronaldo cuando marca y pone la cara de chulo.