Nos gusta dar rodeos y hacernos los remolones, así somos. Por eso publicamos con un día de retraso (¿se habían dado cuenta?), por eso escribimos menos de música que de sus tangentes. Y por eso hoy los tres, seguidores confesos de Nacho Vegas que somos, les recomendamos a autores que han colaborado con él. Bueno, por eso y por que lo merecen por derecho propio.

La elección de Raúl

CHRISTINA ROSENVINGE – NEGRO CINTURÓN

Qué bien le sientan los años, Nacho Vegas y el castellano a Christina Rosenvinge. La que despachaba discos en inglés porque las sílabas se amoldaban mejor a la métrica de la canción, vivía en Nueva York y era colega de Sonic Youth, ahora hace ¡chas! y aparece con un álbum de cantautora pop, espontáneo, con letras directas y casi tórridas; una regeneración íntegra después de un naufragio sentimental que, en parte, libera.

Vale ya de canciones de desengaños, batacazos, desamor y post-amor. Aquí la acción se ubica en un instante nada habitual: el inicio-tonteo de una relación, ese fotograma de vértigo y excitación. Optimismo, al fin y al cabo: el mejor momento, habida cuenta de que todo lo que viene después es bajada.

La letra es explícita, así que venga ese momento revista del corazón. El negro cinturón es el de Nacho Vegas, igual que “tu sonrisa entre patillas” o “tu guitarra sobre la silla”; cuando dice “el infierno de la vida conyugal” está pillando cacho Ray Loriga, el ex. En su último disco largo, Vegas le respondió a Christina con su canción ‘Lole y Bolan (Un amor teórico)’, mencionando la frase de este tema “hace tin mi campanilla”.

El resto es ironía, piques de buen rollo, complicidad, cine, bares y trasnoches insanos, en la iniciática y sensual espiral de algo parecido al amor. Y hasta la ex de Nacho aparece por ahí; la que no salió indemne de ‘Morir y matar’.

La elección de V the Wanderer

ABRAHAM BOBA – LA EDUCACIÓN

Lista de cosas que todo miembro útil de esta sociedad tiene que entender y que a mí se me escapan: política, fútbol, coches, naciones, buscar aparcamiento, tipos de interés, medir las distancias a ojo, burocracia, mapas, nombres de las calles, la distancia entre la gente.

Vago por ahí, abriéndome paso entre una jungla de burbujas personales, irritándome la piel con la fricción, preguntándome esto y aquello, intentando recuperar esas respuestas que creo que se me escaparon. Dios y los sabios se encogen de hombros y me increpan a seguir mi avance. Eso hago.

Con la secreta y maligna egolatría que nos da la alteridad, me creo el único explorador perdido en este laberinto cotidiano, hasta que viene un tipo con pelos de mad doctor a decirme lo obvio: que todos somos exploradores, que el páramo de calma y seguridad no existe.

Nos miramos, nos tocamos, a veces nos unimos para deambular juntos, y así vagamos, perdiéndonos, preguntándonos si esto es cosa de la educación. Tal vez al final hallemos respuestas, y aún así, buscadores nosotros, confiaremos en que algo más exista al salir.

Boba tiene clase, intelecto y perfección técnica, y en este segundo trabajo enseña, al fin, su fragilidad, y estas dudas le dan la calidez necesaria. Señaliza la errática ruta con su caminante piano y su voz clara, dándonos una suerte de consuelo: estamos perdidos y solos, sí, pero todos en el mismo viaje. Y eso, tal vez, sea estar acompañados.

La elección de Withor

EL NIÑO GUSANO – UN RAYO CAE

Cristina es su musa. Boba, su compañero de fatigas. ¿Qué es el Niño Gusano? Su grupo pop favorito, que no es poco. Y ‘Un rayo cae’ una de las pocas canciones que Vegas ha versionado en castellano.

Vegas puede ser críptico, tirar de metáforas incomprensibles, pero jamás será capaz de componer una canción como esta. Quizás por eso no tuvo más remedio que versionarla.

Esta maravillosa canción pop se desliza entre ardillas que no cascan nueces, peces sin espinas, podios para uso personal o capitales sin turistas. Ponga usted un par de coros, un clásico ‘nanana’ -recurso vegasiano por excelencia- y un poco de surrealismo y obtendrá esta joya, de un grupo capaz de llamar a un disco ‘El escarabajo más grande del mundo’. Encima, te llaman subnormal al final de la canción y se quedan tan anchos. Como para no admirarlos…

El niño gusano -Un rayo cae