La Inercia es una nación, es un sentimiento, algo que no se puede explicar sólo con la lógica y un modo de vida. O a lo mejor no; a lo mejor sólo es un blog de música hecho por tipos poco recomendables, tipos que suelen encontrarse en medio de conversaciones sobre música sin entender ni jota, que luego disimulan hablando de cualquier otra cosa. Sea como fuere, ahí les dejamos tres tonadas para su uso y disfrute, jóvenes.

La elección de Raúl

MIDNIGHT JUGGERNAUTS – INTO THE GALAXY

Sintetizadores, guitarras y batería unidos por el bien común del track rompepistas. La electrónica, ensamblada con el rock, no tiene más remedio que convertirse en una canción festiva, frenética y acelerada. Estos tipos lo saben hacer bien y, si no, ya vendrá un remix que lo solucione. Empiezan los miles de efectos y las sirenas para que luego el ritmo se desboque al compás de una voz popera envuelta en el ambiente futurista que empapa todo el tema.

Ingredientes: una secuencia de notas en ascensión al teclado que se va repitiendo constantemente, luego capas de música difíciles de separar y todas las reverberaciones que se quieran. Con ese cóctel, no es difícil incendiar una pista y dejar que los pies enloquezcan en la espiral del sonido pegadizo; ahí, en el punto exacto entre lo orgánico del pop y la cosa electro del loop. Se intuyen los bajos, esa batería poderosa y el lenguaje de banda de rock con alma dispuesta a hacer acopio de todo tipo de herramientas.

El viaje galáctico tiene también algo de Apocalipsis, con eso que dice de las ‘twilight visions’ y las menciones a la tectónica mundial, la psicorobótica y el plasma biónico, en una letra totalmente vacía, como debe ser, para convertir la voz en un instrumento más al que manosear y sodomizar, si se deja, con excelente resultado.

La elección de Withor

PINK FLOYD – SHINE ON YOU CRAZY DIAMOND (PART 1)

Ya he comentado en alguna ocasión la teoría que comparto con Raúl sobre las ‘canciones perfectas’. Te podrán gustar más o menos, pero nadie podrá nunca jamás negar que las canciones con este don alcanzan, de una manera estructural, o si se prefiere matemática, el ideal de la perfección.

Nadie me puede discutir, ni aquí ni en la calle, que ‘Shine on you crazy diamond’ no entra dentro de este selectisimo grupo. Hablamos de 15 minutos estructuralmente perfectos: perfecta armonía, cada nota está donde debe estar. Escúchala y dime: ¿que falta? ¿qué sobra? ¿Acaso no notáis, ya no en vuestra cabeza, sino en vuestra alma, una paz interior?

Pero la música, afortunadamente, no son sólo matemáticas. Aquí entra la letra y la leyenda de esta joya. Shine on you crazy diamond es una oda a la locura, un epitafio avanzado a su tiempo, una bonita forma de llorar a aquellos que pese a estar con nosotros, nos han dejado para siempre. También es una forma de pedir perdón al gran Syd, por haberle abandonado, cuando la ración de LSD empezó a ser superior a la recomendada por los médicos. Pocas frases, pero todas sentencian. La primera, la mejor: ‘cuando eras joven, brillabas como el sol’. De aquel brillo, ya no quedaba nada.

‘Shine on you crazy diamond’ o como llegar a lo más profundo del horror humano, de la locura buscada con locura, para componer la más bella canción jamás creada.

La elección de V the Wanderer

PATTI SMITH – BECAUSE THE NIGHT

He aquí un himno, una referencia, uno de esos temas que vuelven tarde o temprano.

Me dice A.: «no hagas planes para este viernes», y después me da un sobre con dos entradas para ver a la madrina del punk. Tardo un rato en creérmelo.

Más de diez años antes, Javi y yo deambulamos por los pasillos de un crucero rumbo a Italia, encarcelados en uno de esos inevitables viajes de fin de curso. Llevamos walkmans (de cedés y de cassettes, jóvenes nativos digitales) y compartimos música. Javi da la vara con Springsteen, a quien adora con devoción. Me enamoro de ‘Because the night’ y descubro a la Smith.

Más de diez años después, Javi ha enterrado al plasta de Bruce. En la desintoxicación tuvo mucho que ver Damien Rice, por recomendación mía, así que estamos en paz. Yo, sin embargo, sigo dándole a la Smith de vez en cuando; una dosis, bro, que me inyecte algo de vida.

Hace algunos años, escuché en bucle Damien Rice en mi emepetrés mientras esperaba a A. Hoy le digo: «voy a recomendar ‘Because the night'», pero me guardo que me cuesta evitar la horterada de dedicársela a ella. Un himno, la canción de amor más apasionada y enérgica que recuerdo, una celebración.

He aquí una referencia, uno de esos temas que siempre vuelven, un perfecto ejemplo de cómo hacemos vivir en las canciones de otros fragmentos de nuestra vida, nuestros amigos, nuestra gente.

La música nos pertenece, la noche nos pertenece; seamos música.