He aquí tres canciones que nos introducen no sólo en la concreción pragmático-deíctica que significa toda recurrencia descriptiva, sino también en valores semánticos isotópicos que, estableciendo una interdependencia con la secuenciación narrativa, inciden en constelaciones mítico-temáticas cuya inferencia no sería perceptible si no es por la adecuación sintagmática de la recurrencia discursiva. .

La elección de V the Wanderer

 LAMB – GORECKI

Trip hop de diccionario, bases jungle (¿qué es eso exactamente, Gonzo?) y voz ensoñadora, dulce, exoplanetaria. Un poco autoparodia, visto con la prepotencia de la distancia, pero aún así uno se enchufa ‘Gorecki’ (¡titulazo!) a según qué horas de la madrugada y se funde.

Me pondría en bucle eterno ese arranque, esos primeros treinta segundos que son todo felicidad taoísta, completitud, ausencia y toda esa movida. Además, qué leches, me recuerda toda a ‘Moulin Rouge!’, misil hortera de película que me marcó y que hasta hace poco coronaba la pared de mi habitación (ahora tengo un póster de ‘The Resistance’ de Muse que compré a un negrillo a la salida de su concierto: sigue reinando lo excesivo).

Por si aún no les he convencido, les diré que Andy Barlow, componente del dúo junto a Lou Rhodes, también responde al pseudónimo de Hipoptimist; nombrazo que le emparenta, seguro, con el Hiphopopotamus de Flight of the Conchords.

 

La elección de Raúl

ROSENDO – MASCULINO SINGULAR

Los dedos, viejos, huesudos y desgastados, desafiando a la artrosis y a la erosión de, imagínense, miles y miles de horas de ensayos y conciertos, de una vida incendiando la guitarra a golpe de rock urbano. Aquellas falanges que hace unas décadas se hundían en el mástil por alucinación lisérgica en pleno show mientras Leño tocaban ‘El tren’ siguen hoy rasgando cuerda.

Rosendo es feo y noblón; una cabra orejuda y cazurra; un tipo de esos con deriva de vago y maleante que invitan a cambiarte de acera; alguien que habrá debido escuchar más de una vez eso de ‘un pico y una pala te daba yo’ o si no ‘córtate el pelo y búscate un trabajo’. Es sobre el escenario lo menos trampa y cartón que uno se pueda encontrar: trío básico del género, con la batería, el bajo y él encargándose de todo el cortinaje de guitarreo sucio, y sólo un puto micro, que los coros son de maricones. Para qué más parafernalia. Y así no bajará de las dos horas y media, con bises interminables como si fuera obligatorio condensar en ese rato toda la carrera y parte de los cimientos del rock en castellano (¡cuánto le deben tantos grupos de ahora y siempre que no dejan de emperrarse en sonar como él!).

En esta canción ligera y muy cantable el de Carabanchel (ahí se ha pasado toda la vida forjando el callejero orgullo de barrio) se entrega al ripio encadenado, a la rima tonta y cotidiana y a la crítica a la desidia, a la dejadez y, un poco, a todo y a nada, o al estado de las cosas (sea lo que sea eso). En nuestro cuartel general, a media mañana de un jueves V me reproduce el juego de palabras que ha visto en una camiseta y viene al pelo porque sintetiza: rostro silueteado de Rosendo, en plan Che, y debajo el lema: ‘El único Mercado en el que se puede confiar’. Pues eso.

 

La elección de Withor

PETER BJORN AND JOHN – LIES

Hubo una época en la cual era prácticamente imposible que pasaran unos días sin escuchar ‘Young Folks’. Ya saben ustedes, la del famoso silbidito. En una serie, en un anuncio, en las teles del gimnasio, o en cualquier garito que quisiera, sin conseguirlo, ir de moderno. No es que la canción me disguste, más bien al contrario. De hecho, y no me malinterpreten, que no quiero dármelas de chulo, mucho antes de que el huracán youngfolks explotara, servidor hacía tiempo que la tenía en su MP3, marca Creative, para más señas.

La cuestión es que los pobres suecos Peter (Morén), Bjorn (Yttling) y John (Eriksson) se convirtieron en el último ‘one hit wonder’ de prestigio. ¿Beneficios? Tener un temazo conocido siempre te asegura buenas entradas en tus conciertos y tu cuenta corriente habrá ganado unos cuantos ceros gracias a los derechos. Que la canción, joder, suena en todos lados. La parte negativa, como todos sabemos, es que nadie prestará atención a lo que hagas, serás para siempre el grupo de la canción, por mucho que te esfuerces, tu pasado, presente y futuro girará en la órbita del ‘Young Folks’.

Viene esto al caso porque un día me dio por ponerme el último disco del trío y señores, que esta gente hace buenas canciones, como ‘Lies’ (rock fácil del bueno) o ‘I know you don’t love me’ (algo más experimental, pero potente). Que la del silbidito está bien, no lo niego. Pero hay otras. La cual cosa me hace pensar que quizás otros onehitwonder míticos también tendrían otros temazos que nunca llegaron a nada. Pero claro… ¿me imaginan ahora poniéndome a escuchar la discografía entera de The Buggles? ¿No les daría pereza sumergirse entre los discos de Fools Garden para descubrir, quién sabe si con éxito, alguna joya más allá de la del limonero? ¿Tiene sentido, 20 años después, recuperar el sonido de los Crash Test Dummies? Ustedes deciden.