Del power rock de los principios al blues de los 90 y a su rol de folksinger a la usanza americana que explora ahora. Guitarrista, compositor y cantante, va en solitario pero ahora le capturamos en su faceta de líder de Los Deltonos, la histórica banda cántabra. Vienen a tocar a Tarragona como cabezas de cartel en el festival de la Associació de Músics. Acaban dando un concierto robusto, genuino y, en fin, magistral. Röver, perro viejo del gremio, habla de sus métodos, del negocio o de la SGAE, y acaba, de madrugada, firmando discos en la barra.

Nuevo álbum, ‘La caja de los truenos’, y nuevo método de grabación: sin pensar demasiado, espontáneamente, “con la fuerza de la primera impresión”.

Muchas veces pasa eso de que andas persiguiendo la maqueta. Grabas por probar y luego no consigues que te vuelva a quedar igual. Esta vez nos saltamos el proceso de maqueta y grabamos directamente la primera impresión de las canciones. Decíamos: ‘Esta canción empieza do, re, mi y luego tiene un fa. Vamos a grabarla’. Y eso, cuando ha funcionado, ha funcionado muy bien. Hay alguna canción que es directamente la primera vez que conseguimos acabarla. Ha sido la creación del sonido de Los Deltonos sobre la marcha.

El rock se presta un poco a eso, a grabar en directo, aunque sea en estudio.

Me gusta grabar, por lo menos, la base principal en directo. He grabado discos de todas las formas. Grabarlo por separado me parece demasiado estéril, clínicamente perfecto. Prefiero que la cosa tenga un poco más de emoción y de incertidumbre. Además, esa espontaneidad hace que todo tenga un ambiente distinto, más vivo, mejor.

¿Te sientes un poco superviviente?

No. Todos somos artesanos de lo nuestro, autónomos y currantes del rock. Cuando decidimos en un momento dado que esta era nuestra profesión lo asumimos con todas las consecuencias. ¿Supervivientes? No, tampoco creo que los fontaneros o los electricistas sean supervivientes. Somos currantes de otro ramo, pero currantes igual.

Hendrik Röver, líder de la banda cántabra Los Deltonos

Siempre te ha gustado reivindicar el oficio de ser músico.

Queda un camino por recorrer de considerar al músico como un profesional. Seguimos siendo muchas veces los titiriteros. En los presupuestos la cultura es lo primero que se recorta… es prescindible. Llevo años y seguiré hasta que me jubile, si consigo hacerlo, reivindicando los oficios artísticos como un trabajo tan normal como otro cualquiera. E igual de necesario.

¿Os habéis llegado a sentir algo solos, desubicados, primero por el estilo, y luego por cantar siempre en castellano, cuando la influencia es tan americana?

(Piensa). No. Pero este es un país muy encasillante. O eres indie, o heavy, o no sé qué. Tenemos la gran suerte de que hace muchos años haciendo lo que nos da la gana y hay mucha gente a la que le gusta. Sí que a nivel de etiquetas estamos en tierra de nadie y eso puede perjudicar. Somos demasiado rockeros para los indies, demasiado country para los heavys, demasiado… no sé. El punto al que ha llegado la mezcla de influencias nos ha hecho estar quizás un poco solos. Lo aceptamos como animal de compañía hace mucho tiempo.

Viajemos a los inicios. ¿Cómo empezaste en la música?

Lo típico. Los Deltonos es la evolución de un grupo de instituto. En el fondo todos empezamos así.

¿Viviste algún momento de revelación, en plan divino?

Yo no me quería dedicar a esto pero me di cuenta de que esto se había convertido en mi oficio. Pasaba un montón de tiempo fuera tocando, aunque fuera por hobby, y el hobby se convirtió en oficio. Es la fórmula que debiera dictar este tipo de decisiones. Intentar hacerlo por narices… es mejor dejarse llevar y, si llega el momento, haces el arreón final. Empecinándote tampoco llegas a nada.

La banda durante la grabación de su último disco

¿Pero no hubo algo que desencadenara todo, algún disco, alguna canción…?

No, había ciertas cosas que te gustaba imitar, que me han llegado más. Ahora reescucho cosas de aquellas y me doy cuenta de la importancia que tuvieron en mi estilo gente como los Fabulous Thunderbirds o ZZ Top. Lo escucho con la distancia y ahora sí me doy cuenta de cuánto de eso se me quedó.

Aprendiste escuchando todo aquello, siempre en plan autodidacta.

Una de mis grandes carencias es que no tengo ni idea de solfeo. Aprendí poniendo los vinilos una y otra vez y tocando encima, intentando replicar lo que tocaba el que había grabado.

¿Echas en falta a veces haber estudiado algo?

No… los analfasolfeos hemos tenido siempre el mismo problema: a la hora de retener ideas, o teníais una buena memoria o una grabadora cerca, o muchas cosas se perdían. Sabiendo algún tipo de lenguaje hubiéramos podido apuntar muchos grandísimos riffs que se nos han quedado por el camino (risas).

Al comienzo uno se deslumbra por el virtuosismo en el instrumento, por querer hacer solos, hasta que luego se va fijando más en el formato canción. ¿Te pasó eso?

Al principio era una cosa más de guitarrismo. Empecé a cantar porque alguien tenía que hacerlo y yo era el que menos mal lo hacía. En los últimos años he descubierto que resulta que me gusta cantar, y eso lo ha hecho todo mucho más fácil. Eso sí que fue un momento como de ver la luz.

¿Te reconoces ahora más en un cantautor eléctrico que en un guitarrista?

En los últimos tiempos desde luego. Los Deltonos era un grupo basado en las guitarras pero desde que me hice cantautor en paralelo las canciones como ente global tienen mucha más importancia. Las letras son, por lo menos, la mitad de la canción.

Te molestan mucho las giras o los discos de aniversario. Dices que un fontanero no pone su tubería de aniversario.

La mayoría de las veces es una salida fácil a un momento de falta de creatividad. Prefiero currármelo un poco más e inventarme cualquier otra disculpa. Además, hay por ahí muchos aniversarios ridículos, no sé… gira de ‘llevo 12 años y cuarto en el mundo de la música’…

Hendrik (derecha) durante un concierto de Los Deltonos

Pese a todo, lleváis 26 años en esto. ¿Cómo han cambiado las cosas en este tiempo?

A nivel de directos, cuando empezábamos había un gran circuito por todo el país. Se podía tocar bastante más y de continuo. Ahora mismo los conciertos se han convertido en excepciones. Tienes que asumir muchísimos más riesgos. Los organizadores han decidido quitarse cualquier tipo de presión y lo descargan todo en los hombros del músico. Era más fácil antes, pero da igual como sea. Hay que seguir haciéndolo. No sirve de mucho añorar tiempos pasados porque, además, no van a volver.

¿Y la industria discográfica?

He estado en compañías grandes, medianas y pequeñas. Sólo desde que somos absolutamente independientes y autoeditados somos un poco felices. Muchas veces las compañías son más un obstáculo que una ayuda.

¿Ni siquiera las pequeñas, las independientes?

El problema es que ahora mismo nadie tiene dinero. El poco que hay es mejor que te lo gestiones tú según tu criterio. Si tú cometes un error, pagas el pato, pero no pagas el pato de los errores en cadena que han cometido todos los demás. Es una forma de tener más control.

Acabaste harto.

Sí, harto, sí. Es una cadena de decisiones incomprensibles que al final acaba en resultados inexplicables. Presupuestos que se van en no sabes qué ni por qué razón… es un poco rara la forma en la que piensan. El primer disco autoeditado es de 2006 y empiezo casi a olvidar cómo era aquello.

¿Qué queda de aquella época en la que un juez os declaró “intelectualmente violentos”?

Si no fuera porque me lo recordáis de vez en cuando yo lo tengo totalmente olvidado.

Dices que hay que lamentarse menos y currar más.

No creo que la cultura tenga que vivir de subvenciones. Igual que digo que es un oficio como otro cualquiera, también digo que hay que buscarse la vida. Veo a la gente quejarse de que hay pocas ayudas de la comunidad o del ayuntamiento. ¡A los Rolling Stones tampoco les pagaba el local el ayuntamiento de Londres! Estamos una dinámica en la que todo tiene que ser muy cómodo. Si quieres un local te lo buscas. Hay gente que empieza en locales espantosos para algún día ensayar en un local mejor.

Desde hace cuatro años publicas también en solitario (dos discos editados: ‘Esqueletos’ y ‘No temáis por mí’). ¿Cómo distribuyes el material entre proyectos? ¿Es algo consciente cuando compones?

Compongo y lo echo todo a un mismo cajón, y cuando llega el momento de preparar un disco, ya sea conmigo mismo o conmigo y los demás, dejo que las canciones se busquen ellas. Cada canción tiene su ambiente. A veces hay canciones que te dan sorpresas. Hay una en el último disco que se llama ‘Gasoil y chocolatinas’. Pensaba que era más para mí, porque me había quedado demasiado country y al final es una de las que más canta la gente con los Deltonos.

¿Cómo compones? ¿Tienes un método o vas un poco a salto de mata?

Soy muy de a salto de mata. Voy juntando cosas, me puedo tirar una semana probando cosas todas las mañanas y luego me paso tres sin tocar un instrumento. La constancia puede estar bien, pero no hay un método, por lo menos para hacer canciones de rock y similares.

Hendrik en una foto promocional de su carrera en solitario

¿Te duran mucho las canciones en el tiempo, las aparcas, las retomas…?

Depende. La canción te manda siempre y hay que dejarse guiar. Si ves que sigues y llegas a algún sitio, pues bien. Si ves que ella misma te para, prefiero dejarla y retomarla en algún otro momento. Siempre me ha dado resultado funcionar así.

¿Eres coleccionista, obsesivo con el sonido, fetichista con los instrumentos?

Tengo un estudio, con todo lo necesario para grabar buenos discos. No soy fetichista. Todo eso de las guitarras… para mí son sólo herramientas. Está bien tener un buen martillo y unos buenos alicates, pero nada más. Una cosa es que me guste el sonido de una cierta época pero prefiero una buena reproducción moderna que sé que va a durar, que va a haber piezas de recambio… me parece más fiable que tener cosas súperviejas que no hay quien las mantenga.

¿Por qué nunca has cantado en inglés?

Hay que reconocer que el nivel de inglés de este país es muy bajo, queramos admitirlo o no. Si tú quieres transmitir algo en una canción o contar una historia tienes que hacerlo en un idioma que la gente entienda. Mi ejemplo clásico es que ‘Soy un hombre enfermo’ en inglés no lo hubiera cantado ni una cuarta parte de gente.

¿Cómo te ves de aquí a 20 años?

Trabajando. Me quedan muchos años, hasta los 65, los 67, o cuándo sea eso… mi oficio es éste: hacer canciones, grabar discos y sacarlas a pasear, unas veces en mejores condiciones que otras.

¿Qué cosas actuales escuchas? ¿Te interesa algo?

Conecto más con cosas viejunas que redescubro que con discos nuevos. Si tengo que recomendar algo, tengo que decir que los discos que más escuché el año pasado todos los grabé yo. Uno de los vigueses Soul Jacket y otro de los gijoneses Pilgrim Rose. Y luego tenemos a Señora Robinson, de Benidorm. Son discos que podría haber grabado yo para mí mismo. Los he acabado escuchando mucho a pesar de haberlos grabado, que ya te hace escucharlos mucho.

Así que no eres demasiado entusiasta con lo que hay por ahí.

Hay cosas en movimiento. Me da un poco de rabia que haya tantos grupos cantando en inglés pero espero que sea sólo una pasa. Son esos ciclos que hay. A veces parece que es más cool y la mayoría es una forma de esconder esas primeras letras intrascendentes que prefieres que no se entiendan muy bien. Luego muchos grupos maduran un poco y acaban intentando hablar en castellano.

¿Cómo te llevas con la SGAE?

Yo con la SGAE me llevo bien. Me parece que los derechos de autor son una de las pocas cosas que tenemos los autores. Que haya una sociedad así me parece necesario. Otra cosa es que la SGAE nunca haya sabido explicarse bien cara al público y que en la última década haya habido una gestión más que dudosa, pero el derecho de autor como tal me parece una cosa a la que no se puede renunciar nunca.

Para acabar, recomiéndanos tres canciones.

Uff… (piensa un momento)… Me vienen a la mente 10.000 canciones y no sé decir ninguna. Cualquier cosa de country rock de finales de los 70… Me acuerdo de la de ‘Garden party’, de Rickie Nelson. Me gusta mucho. Habla de un tipo que va a una fiesta y lo único que espera la gente de él es que toque sus viejos éxitos. Él dice que si su vida va a ser eso prefiere conducir un camión. Hay una canción que he descubierto hace poco del gran Charlie Rich, que es ‘Tears a go-go’, lágrimas a saco. Viene muy bien para estos tiempos. Habla de un bar al que sólo puede entrar la gente triste, y que parezca que se le acaba de morir su mejor amigo. Es un bar en el que si sonríes te echan. Una cosa que nunca deberíamos dejar de hacer es lo que dice Hank Williams en ‘Settin’ the wood on fire’, salir de vez en cuando a quemar la traca.

raúl

¿Desea saber más?

– Vaya a su web oficial.

– Escuche a Hendrik, en solitario o con los Deltonos, en su Bandcamp.

– Sígale en el Facebook de la banda o en el solitario.