El detector de metales de la Cadena Ser en Barcelona pitó porque mi tejana escondía el arsenal del buen fan: un par de discos, cámara de fotos y un bolígrafo. Pero yo, igual que otros quince individuos, tenía la impunidad (y una pegatina en el pecho) del invitado como público a La Ventana. La cita exclusiva era una entrevista-concierto acústico de media hora con Ariel Rot, esos canosos 30 años de rock y 50 de vida (¡cómo habla de ellos en sus recientes canciones!) que presentan su nuevo disco.

Un año después de casi entrevistarle con motivo de un concierto de Tequila (al final, la conversación fue con Alejo Stivel) y sólo unos días más tarde de colar en un chat cuatro preguntas que respondió, se produjo el encuentro porque La inercia, amigos, estuvo allí de convidado de lujo. Y merodeó (merodeé) por las puertas de Radio Barcelona un rato antes de que nos convocaran, hasta que lo vi bajarse de un coche, guitarra en mano y acompañado del guitarrista Osvi Grecco, y me sentí casi un niñato, como si fuera una groupie que hace 25 años persiguiera por Passeig de Gràcia una furgoneta con cinco melenudos caraduras que se hacían llamar Tequila y que iban a reventar de desfachatez la España del franquismo tardío.

Luego ya en los estudios, Gemma Nierga (encantadora y estrella de la comunicación. Su programa es tremendamente natural) se presentó y apareció al fondo del pasillo Ariel, que venía de probar sonido, totalmente relajado y con amplia sonrisa, saludando a su séquito de fans (veinteañeros, treintañeros y alguna señora adulta). Fue un poco revelación para mí, porque ahí delante estaba un tipo histórico, que sonríe y mira con elegancia y humildad, como si no pasara nada por haber sido antes un Rodríguez, ahora un dandy; ni por tocar la guitarra de esa manera (empezó a los diez años, confesó en la entrevista).

La inercia y 30 años de rock’n’roll

Pero no chillé como una perra, tampoco cuando vi remolonear por los pasillos a Cris Juanico (el ex de Ja t’ho diré) y Joan Masdéu (el ídem de Whiskyn’s), que andarían buscando los micrófonos de alguna radiofórmula. Ariel Rot, salpimentado por los punteos, los suspiros y los silbidos del guitarrista que le custodiaba, se marcó tres temas en acústico, que fueron del rock veloz al pop luminoso pasando por una cumbia basada en un libro de Leopoldo Panero (¿puedo decir ya que soy el hombre que casi conoció a Ariel Rot?).

El resto es un público volcado, las respuestas de rigor por la promoción pero también alguna revelación, las coñas con Jaime Urrutia, la complicidad de Rot con Nierga, con quien colabora cada semana recomendando una canción y hasta un divertido olvido de la letra. Tenía una chuleta encima de la mesa pero la había tapado sin querer previamente colocando sobre ella las gafas, el bolígrafo y el móvil. Admitió, siempre con informalidad, que las canciones aún no están rodadas y que cayó en un par de versos trampa.

Pero el enviado especial de La inercia necesitaba su botín, así que una vez dejamos de estar ‘on air’, el viejo Rot hizo ronda de autógrafos. A mí me firmó un par de discos (no quise traer los 15 que tengo, el dvd y el libro). Y, por supuesto, la foto. Yo le dije antes del click: ‘Sigue así, Ariel’, porque en realidad le conozco desde que era un chaval y dejara Buenos Aires, porque ahora, a los 50 y cuando queda más por detrás que por delante, es fácil seguir su biografía en paralelo a su discografía.

Me firmó con consignas al rock’n’roll y la amistad. Me quedo con la frase: ‘La crisis de los 40 la pasé tomando absenta’, como canta intacto e irónico en ‘Manos expertas’, un blues algo hipnótico, de lo mejorcito de ‘Solo Rot’, su última entrega, que bien podría inaugurar otras tres décadas de clase, Telecaster y trajes con estilo en el armario.

raúl