Esta es la historia de Fito, que era una estrella del rock, pero no era feliz. Y eso que era su sueño, cuando tenía 14 o 15 años, y fantaseaba, entre porro y porro y primeros síntomas de calvicie, con su futuro estrellato. Pero ya se sabe que a veces cuando los sueños se cumplen, pierden su magia, su encanto, y uno se acaba dando cuenta de que aquello con lo que soñó, no era la panacea esperada. ‘Platero y tú’ desapareció, aunque durante algunos años convivió con Fito y los Fitipaldis.

· ¿Quién es? Adolfo «Fito» Cabrales

· ¿Qué hace? Cantante, guitarrista y compositor de Platero y tú y Fito y Fitipaldis

· ¿Por qué mola? Por su antigua banda, bastante menos por la nueva

· ¿Desea saber más? Aquí tiene su web oficial

Un buen día, Fito decidió que ya estaba bien de escuchar siempre a Extremoduro o Barricada, y decidió formatear su MP3. Introdujo megas de otras cosas: Compay Segundo, Pablo Milanés, nombres que suenan bien cuando proclamas tu admiración por ello. Ya no le interesaba el rock, quería innovar. Innovar. Repito: Innovar.

Fito tuvo suerte, y su nueva propuesta triunfó, incluso más que la anterior. A todo el mundo le gustaba su nuevo grupo, sus nuevas letras, sus nuevas canciones. Hizo el concierto más multitudinario que se recuerda, todo el mundo hablaba de él, ya no era una estrella del rock, ahora Fito es una estrella de la música. Ahora, Fito ya no se acuerda de quiénes eran los Platero. Ni para lo bueno, ni para lo malo.

Esta es la historia de Withor, un chico al que le encantaban los Platero.  No era un fan acérrimo, pero consideraba que tenía grandes canciones, con grandes estribillos, ideales para cantar y dejarse llevar. Le encantaba la historia de Mari Madalenas, se imaginaba a la mujer de Ramón pegándole escobazos, se emocionaba con la letra del roce de tu cuerpo, cantaba muchas veces seguidas al cantar y también quería unirse a los Platero y romper los cristales. Por eso Withor se puso triste cuando los Platero se acabaron…

Pero confiaba en Fito, porque el segundo disco y sobre todo el tercero molaban. Aunque al final, acabó un poco cansado, porque las canciones se escuchaban sin cesar, y todo el mundo hablaba de Fito y los Fitipaldis. Luego sacaron el cuarto y el quinto disco, y Withor estaba extrañado, ya que todas las canciones parecían iguales, se permitían el lujo de destrozar clásicos como Deltoya, y abusaban de esa figura retórica de cuyo nombre no quiero ni puedo acordarme consistente en coger un dicho popular y darle la vuelta, pero a la gente le encantaba Fito y los Fitipaldis. Y cada día más.

Y aún se extrañaba más cuando Withor nombraba a los Platero en una conversación fitipaldiana y la gente o no los conocía o los calificaba como un grupo menor al lado de los todopoderosos Fitipaldis.

Fito en plan Mesías enalteciendo a las masas

‘¿Por qué a la gente le gusta tanto Fito y desprecia a los Platero?’ -se preguntaba nuestro protagonista-. ‘Si todas las canciones son iguales, las letras no dicen nada y todo el rato suenan punteos de guitarra similares el uno al otro…’. Withor intentó comprenderlo yendo a un concierto de los Fitipaldis, pero tal y como pensaba, se acabó aburriendo. Solos y más solos de guitarra interminables que no aportan nada, canciones sin carisma, estribillos repetitivos y sin gracia, y gente vanagloriándose de lo que mola Fito pese a que no sepan decir el título de las canciones que no suenan en la radio (en su defensa, hay que decir que es difícil diferenciar unas de otras).

Y Withor se extrañaba más y más cuando volvía a escuchar las viejas canciones de los Platero, y comprobaba que molaban mucho más que las de los Fitipaldis. Y volvía a flipar fumando un cigarrito escuchando cigarrito, y quería estar una vez tras la barra del bar, y no tenía miedo aunque a veces le daban miedo las noches porque pensaba, que en el fondo, los Platero tenían razón: hay poco rock and roll. Pero el pueblo ha hablado, y en su soberanía, ha dictado sentencia: Fito y los Fitipaldis son lo más, Platero y tú… ¿esos quiénes son?

Esta es, pues, la triste historia de una estrella de la música y de un chico cada vez menos extrañado de las frecuentes miserias de la misma.

withor