Los astrólogos de la corte vaticinan que recomendarles tres temas buenos sería un buen augurio. Que no nos vean los cielos ignorar sus designios.

La elección de Withor

BOTONES – DON QUIJOTE Y SANCHO

No debe existir persona en el mundo de más de veinte años, que cuente con una cierta interacción con el resto de la sociedad, que no haya acabado una tarde  de su vida en una maratoniana conversación recordando las series de dibujos más míticas de nuestra infancia. Se trata de un tema cíclico. Siempre empieza con una pregunta tímida: ¿Os acordáis de aquella serie…? Y a partir de ahí, explota con fuerza un geiser de recuerdos del que todos los miembros de la conversación quieren ser partícipes. Y se habla de series que sólo nosotros conocemos, de otras que logramos recordar a base de explicarnos mil y un detalles (había un capítulo en el que…), de otras que reconocemos haber disfrutado aunque en realidad dudamos de nuestra afirmación.

La conversación siempre, y no lo decimos como hipérbole, porque realmente ocurre todas las veces, acaba derivando hacía la música de las series. Y como todos sabemos, porque lo hemos experimentado en diversas ocasiones, la tarde no llega a su fin hasta que un tanto por ciento elevado de las personas que han formado parte del corrillo se cansan de cantar. Incluso la nostalgia tiene un límite. En todo caso, no hay que menospreciar esas canciones que fueron tan importantes en nuestra infancia. Mi tesis es que si han pasado tantos años y las seguimos recordando de memoria, nos siguen poniendo una sonrisa en la cara y lo más importante, seguimos queriéndolas cantar, por algo será. No todo puede ser nostalgia. Y como ejemplo, el ‘pon la boca así como si fueras a beber’ de Willy Fog o el ‘Sancho, Quijote’, compuesta por el amigo Juan Pardo. Algunos dirán que me dejo llevar por el niño que una vez fui. Y yo respondo que fueron y son temazos. Y lo seguirán siendo, para siempre.

La elección de V the Wanderer

SINÉAD O’CONNOR – JACKIE

Titular en la Rolling Stone: «Sinéad O’Connor busca un hombre peludo para tener sexo sobre zapatos de tacón». Titular en EfeEme: «Sinéad O’Connor busca sexo en internet». Titular en, creo, Terra: «Sinéad O’Connor prepara el funeral de su marido estando vivo». Que me aspen si no estamos ante una vieja gloria con el norte perdido.

De chinorris me daba rabia el aspecto de la rapada irlandesa y no entendía su música. Ahora sigue sin atraerme pero valoro el esperpento y las ganas de llamar la atención a toda costa: le duró el lesbianismo una tarde, el matrimonio 16 días, se hizo sacerdotisa cristiana y luego practicante del rastafarianismo y anunció su reconciliación conyugal por Twitter. Luego la Winehouse, con cuatro drogas y una muerte, copa todas las portadas. Mundo injusto.

Su música sigue sin decirme nada, sí, pero con destacables excepciones: aquí está ‘Jackie’, otro fantasmagórico cuento cantado sobre la mar, otro marido perdido en la lejanía de las aguas y otro fantasma que espera eternamente en la orilla. Hay versión de Placebo y, como siempre, está rebién.

La elección de Raúl

LOS FRESONES REBELDES – SOY INOCENTE

A los Fresones Rebeldes, que todavía cierran garitos a las seis de la mañana con su single ‘Al amanecer’, habría que darles de vez en cuando una palicilla rutinaria por naïfs e inmaduros. A ellos, y de paso a Meteosat, la Casa Azul y Cola Jet Set, y si sobra algún guantazo en el reparto, para nuestros vecinos Los Glosters. Habría que pegarles collejas para que espabilaran, o procurarles pico y pala y ponerles a cavar una zanja. Ahí los tenemos, tan ñoños y fluflis (tengo un arrebato sinestésico: sus canciones son de color rosa), endulzando el sentimiento pop con sus músicas en almíbar para una fiesta de cumpleaños; admirando arcoiris y chicles donde los demás vemos puñalás, días plomizos y ciudades grises, ramplonas; exhibiendo impúdicos y obscenos el romanticismo más sensiblón; merendando entre guitarras y melodías panbimboconnocilla, algodón de azúcar y gusanitos, contradiciendo el lugar común de que a la tristeza se le presupone más enjundia intelectual. Es gente ‘outsider’ que va de fiesta a discotecas sin alcohol.

Encima, para rizar el rizo, estos ilusos de corazón bullicioso (de una banda ya extinta, creo) y coros soleados hacen una letra que habla de inocencia, despistes y jugueteos; ahí, provocando, como llamando a las fuerzas del mal para que cometan atroces perrerías ante tal demostración de ingenuidad. Que dan ganas, oigan, de poner a esta panda de pijos en vereda y decirles que les falta un hervor y les sobra tres ó cuatro hormigoneras de tontería. Y hablarles de la escuela de la calle y de la universidad de esta perra vida y de que más cornadas da el hambre, carajo; y de que los Reyes Magos no existen y de que el amor adolescente casi casi que tampoco. Dicho esto: me encantan los Fresones Rebeldes y a veces me engancha muchísimo la simplonería de las dos canciones que conozco.