Ya va siendo hora de que alguien lo diga. Ni la caída de Lehman Brothers ni la debacle griega ni los créditos NINJA: el origen de todas nuestras desgracias, de la crisis de valores que nos asola, es anterior y mucho más grande. Los gobiernos, los bancos y los brokers de Wall Street no quieren que usted lo sepa, pero la verdad no se puede ocultar. Todo se fue a la mierda el 24 de agosto de 2006; sí: desde que Plutón dejó de ser un planeta. Hagan los cálculos y verán con claridad el efecto dominó. Ahora lo sabe, ciudadano. La pelota está en su tejado.

La elección de Raúl

LOS CUCAS – LA VUELTA

Eran de Cádiz y búscalos ahora. Facilones, obviables y sin historia, sabían que se empezaba tocando aquí unos amigos en un taller y que algún ‘loser’ tendrá, por eliminación, que cogerse el bajo. Sabían que luego sonar en la radio iba a ser cuestión de que alguien presentara fajote de billetes a tal holding de comunicación. Que vendría muy bien en el minuto 3 un solo normalito, sin virtuosismos, y que la clave era el estribillo, y que lo mismo daba acabar la canción (el single y el disco entero) en un ‘fade out’ si eso ahorraba quebraderos de cabeza. Andan los cementerios del pop de treintañeros con guitarras llenos de lápidas de La Rabia del Milenio, La Loca María, Miranda Warning o El Hombre Gancho.

La crisis, esa que ahora todo lo depura, lo resitúa y lo refunda, nos ha hecho ver que quizás escuchábamos hace años rock comercialísimo por encima de nuestras posibilidades. Desapareció ‘Música sí’ de la mañana del sábado y con ello toda una suerte de bandas cortadas por el mismo patrón, con los miembros unidos un tiempo por el pegamento del éxito mediático y las giras estivales con patrocinio de una marca de tabaco. Nada de eso parece quedar ya, con Internet, el panorama atomizado y sin el filtro catódico que ejerza de injusto trampolín, aunque bandas así, intuyo, que aún haberlas haylas. Los Cucas fueron uno de tantos grupos prescindibles con su verano de fama, su potencial embaucamiento de adolescencias y su etérea dignidad, pese a que fueran un poco tuertos en el país de los ciegos.

 

La elección de V the Wanderer

GRAN GALLINA – PATINADORES AL MOLL

A las patinadoras del faro de Tarragona no hace falta cocinarlas; crudas ya están buenas. Esto lo sabemos nosotros, que pedaleamos despacio para apreciar su contoneo, y lo saben Nando Oterino y Ángel Santiago, o sea, Gran Gallina. Ellos además consideran el asunto digno de tener tonada propia y, como alguien tiene que hacerlo, se ponen al turrón con su bien domada fórmula: realidad, cotidianidad, magia, fantasía, inocencia, humor, dulzura, optimismo, onirismo, voz clara, teclados pegadizos y agradables y acaso un pelín de timidez.

Les sale un tema de esos que provocan sonrisa, que piden bucle y sumen en una ensoñación bobalicona. Una perfecta canción-postal: vaya usted a la escollera sin rememorar al instante sus versos, baje si se atreve al fondo del mar sin buscar involuntariamente a ese monstruo que se alimenta de patinadoras guapas.

Yo, que desde que llegó el calor sofocante gasto los domingos en biciclear con mis compadres junto al mar, me reconcilio un poco con mi ciudad gracias a esta estampa: Tarragona es la ciudad del aburrimiento y del tradicionalismo inamovible, pero también la del mar, el sol, las patinadoras guapas y la de gente con tanto talento como estos Gran Gallina. Hasta la del monstruo submarino obsesionado con zamparse a esas alegres y despreocupadas muchacha, a quien no conozco pero cada vez comprendo más: ¡es que ni siquiera hace falta cocinarlas!

GRAN GALLINA – ‘PATINADORES AL MOLL’

La elección de Withor

JAVIER KRAHE – MARIETA

Algo debe estar muy mal en este país (y no me llamen demagógico que me enciendo) cuando no tenemos nada mejor que hacer que juzgar a alguien por un vídeo casero  que se grabó hace más de treinta años y se emitió por la televisión hace diez. Entiendo que el vídeo pudiera ser impactante en su tiempo, pero hoy en día, que en este país hasta el más tonto hace relojes, me parece absurdo hacer perder al tiempo al personal por estas cosas. Las asociaciones cristianas se sintieron ofendidas, de la misma forma que las asociaciones de padres ponían el grito en el cielo cuando éramos pequeños y veíamos Bola de Drac. ¿La piel? Muy fina, oigan.

Me sabe especialmente mal por ver a Krahe metido en estos berenjenales cuando él lo que quiere es echar la siesta, un buen vino con los amigos, y vivir un poco bien, que ojalá todos fuéramos así, porque seríamos más felices. Me duele ver al pobre Krahe en el juzgado, cuando todos sabemos (y no me llamen demagógico, que me enervo) que aquí el más tonto tiene un apartamento en Torremolinos de cuatro habitaciones y parking incluído. Si alguien quiere juzgar a Krahe, que lo haga en su habitat natural, el escenario. Y que silbe, o que se espere al final del concierto y le diga que se ha aburrido como un hamster y que ojalá se retire.

Pero señores, no me lleven al pobre hombre ahí a perder el tiempo, que al fin y al cabo el tiempo es lo único que nos queda. Así va el país. Y yo aquí, con mi rabia, como un gilipollas madre.