Aprovechando las vacantes que hay desde hace años en la canción del verano, La inercia, bajo estos calores sofoquíferos de julio, propone formalmente, ante notario y un tercer señor de traje gris, estos tres cortes, también llamados tracks, como solución definitiva a la orfandad que de un tiempo a esta parte sufrimos al respecto. Escuche, atribulado internauta en la arena de la playa, angustiada lectora bajo la sombrilla, estos tres temitas que sirven de refrescante antídoto contra el bochorno. Ideales para escuchar en la piscinita, tomándose un tinto de verano. ¿Te lo vas a perder, maricón?

La elección de V the Wanderer

THE HEAVY – SHORT CHANGE HERO

Hace tiempo que dejé de llevarme música a mis sesiones de trote, por aquello de que uno se acostumbra a escuchar los ritmos de su cuerpo, no necesita tanta motivación externa que le empuje y se vuelve, tot plegat, uno de esos corredores zen brasas (yo soy uno con el tao cuando corro y a veces tengo hasta satoris, ¿tienen dos horas libres para que se lo cuente con detalle?). He dejado de llevarla, sí, pero n0 de escucharla en mi maldita cabeza de loco paramusical.

Esta ‘Short Change Hero’, por ejemplo, se ha grabado a fuego en mi tiesta. Ya puedo estar en el despacho, en la ducha o pisoteando asfalto y caminos: suena sin descanso y en bucle, la bicha. Y suena, sea cual sea el momento, a canción para correr de oído, tanto que a veces me descubro calzándome las zapatillas de trail y anhelando piedra.

Ya saben de mi querencia por lo heróico, lo agónico, lo sacrificado. Por esos sonidos de luchador que saca fuerzas de flaquezas y de tripas corazón y conquista un metro más. Correr siempre me parece una victoria. Así pues, era imposible que no me conquistara un temazo que abre con efectos de sonido y guitarra de puro western, que se marca una base de las de más madera y que recurre en su estribillo a una frase tan evocadora, guerrera y hasta sórdida como «this ain’t no place for a hero, this ain’t no place for a better man». Cédanle sus orejas y se sentirán también ustedes guerreros, amazonas, luchadores incansables abriéndose paso a zancadas. Héroes en el fragor de la tristeza.

La elección de Withor

TITO & TARANTULA – AFTER DARK

El contexto, siempre el contexto. Para Cormac McCarthy, Woody Allen o Houellebecq. Pero también para otros placeres más mundanos. Explicaba un crítico de Fotogramas sobre ‘Abierto hasta el amanecer’ que la película le había encantado, pero que ojalá “la hubiera pillado con 15 años”.  Justo la edad con la que yo la caté. Una década y un lustro después, mi opinión continúa exactamente en el mismo lugar.

Antes de la TDT, hubo en Tarragona un canal en el que repetían sin cesar películas –todos recordamos cuales- y durante unos meses echaron sin cesar ‘Abierto hasta el amanecer’. Al final, de tanto verla en fragmentos sueltos, nos la tragaríamos –todos los inercios estábamos en el ajo- unas 30 o 40 veces. Después de unos añitos en reposo, ayer la volví a recuperar (gracias a la Sexta3) y señores, vaya show.

¡Qué peliculón! ¡Qué genialidad de thriller! ¡Qué comedia tan negrísima! Diálogos, ambientación, personajes, guión. Todo fluye a la perfección. Con 15 y con 30 años. Qué grandes Sex Machine, el negro, Keitel, Tarantino. Pedacito de mierda amarilla. Que increíblemente increíble está la Hayek (¿por qué nunca más volvió a ese nivel físico?). Vaya dos cancionacas se sacan de la manga Tito & Tarantula en la Teta Enroscada. Qué hartón de reír y de disfrutar.  ‘Los Goonies’ es la película de mi infancia. Y ‘Abierto hasta el amanecer’, la de mi adolescencia. De nuevo el contexto. Tuve suerte de pillarla con tan solo 15 años.

La elección de Raúl

NAPOLEÓN SOLO – TIENE QUE ACABAR

Una de dos: o vivimos o le prestamos atención a todos los grupos que salen de Granada. Ya saben que somos caóticos, desordenados, impuntuales, porque la actualidad da perezísima. Pese a eso, como saldar cuentas pendientes, como responder a ese viejo mail que nos enviaron y se quedó en el limbo, como el juzgado colapsado que, por fin, cinco años después, se pone a dictar sentencias, yo acabo escuchando las cosas más o menos, a deshoras, aunque le meta mano al álbum de debut de la banda cuando ya ha salido el tercero. Algo así me pasa con Napoleón Solo.

Algo me frenó al principio, y eso que les vimos un momento, muy de refilón, en un Cambrirock de hace años, como previa de no-sé-cuál banda. A un grupo así, las guitarras en pos del pildorazo rock se le suponen. Y uno le puede adivinar los trucos: el jugueteo con la electrónica, el estribillo que busca que la gente coree en los conciertos y una letra trabajadilla pero que sea más forma que fondo. Es la manufacturación académica, sin sorpresas, de un trallazo que suene cantable, en una una especie de fórmula comercialísima y pautada dentro del indie. Si a eso se añade (además del omnipresente Eric, de Los Planetas, a la batería) la presencia de un cantante jienense con el pelo a lo afro, que esconde su acento andaluz y se da al histrionismo, el cóctel caleidoscópico se merece unas escuchas. Alonso Díaz, que así se llama el frontman, ha hecho de los falsetes su sello, pese a la mala fama que tienen en el pop.

Así que ya, que ya están escuchados, chántense la boca los críticos al día, que La inercia, ya nos conocen, hace los deberes tarde, muy tarde, pero bien.