A día de hoy no se sabe a ciencia cierta dónde, cuándo y para qué nacieron las Tres Canciones. Algunos expertos, no muchos, ubican el momento en la Alta Edad Media; otros, no muchos, han documentado que se trata de una creación totalmente contemporánea. Sin embargo, la mayoría, no muchos, consideran que el alumbramiento de esta sección coincide con la tercera glaciación. Mientras se alcanza un consenso técnico, ahí va una nueva entrega, que no solucionará el terrible enigma pero que al menos constituirá un frugal bálsamo para corazones escocidos y almas pochas.

La elección de Raúl

SANTO & JOHNNY – SLEEPWALK

Si yo tuviera 40 años y tocadiscos en casa, y llegara del trabajo a las seis de la tarde, me pondría esto. Ninguna de esas condiciones se da, pero eso no me ha impedido asomarme a Santo & Johnny, un dúo italiano de Brooklyn en los años 50. Los hermanos Farina (nada que ver con Rafael, creo) podrían parecer una pareja melódica, tan repeinados, tan limpitos, tan afeitados, tan trajeados, tan tupés ellos. Podrían antojársenos buenos hijos, modélicos yernos, los sobrinos perfectos, aunque no deje de ser contracultural, fantaseo, con salir por la tele en Estados Unidos, copando audiencias millonarias, para tocar este instrumental rock de dos minutos.

Revelaciones musicales en televisión todos tenemos. En mi caso el cénit, ya lo he explicado mucho, sería el circo megalómano de Jean Michel Jarre, pero no descarto que de ver una actuación en directo de Santo & Johnny en su momento no me hubiera dejado fascinado: un tipo con una guitarra y otro (ambos extraídos, por ejemplo, de ‘American Graffiti’) con una steel guitar de tres mástiles, metiéndole mano como si estuviera tejiendo.

Suena mínimo pero marciano a la vez, con una cadencia lejana y pesada, con toda la convencionalidad del rock americano y una potente vistosidad por el armatoste (eso que parece un telar) en liza. Déjense de chill y de discos con cascadas de agua cayendo para la desconexión, que aquí llega una balada perezosa, con una cosa fina de dejarse llevar, de languidez eléctrica para la gran distensión, para la vida lenta.

La elección de v

UNDERWORLD – BORN SLIPPY NUXX

Ya han visto que llevo varias semanas cartografiando el paisaje y el paisanaje de la fiesta hispana, poniendo el ojo y la oreja a pie de calle para captar este tic o aquella tendencia que nos ilumine con una súbita revelación sobre nuestro modus vivendi. Haciendo de sociólogo o antropólogo de baratillo, en resumidas cuentas, que es un vicio tan malo como cualquier otro.

La última son las fiestas locales de Villareal, que amanecen con vaquillas y se van a dormir con Raffaella Carrà. No hay mucho más que contar, ni anécdota chisposa ni personaje subrayado, pero la estampa me vale y me pierdo a las dos de la mañana como un gambitero de mérito a pie de escenario. Mezclándome (menos de lo que creo) con tipos disfrazados de toro o de sevillana, reputados cañeros valencianos (veo ahí la herencia de ese documental sobre la «ruta destroy» que nos tiene locos) y chavalada de chándal y rapado caprichoso estancada perpetuamente en los noventa.

En ese ecosistema, que define su sonido sin demasiado ton y menos son, se combinan en dudosa coctelera Sarandanga, Los Chunguitos, la Carrà y Pont Aeri y corona la cima uno de los himnos de su década: ‘Born Slippy’ de Underworld. Temazo, tete. La música del alzamiento de bandera de clubes y desfases que a lo mejor no lo fueron tanto, de los noventa como templo y de la mákina y carretera como credo eterno. Seguimos con el mapa.

La elección de Withor

THE ROLLING STONES – HONKY TONK WOMEN

Para nosotros, tarraconenses capitalinos, ha sido la noticia de la semana. Pero para los habitantes de Falset ha sido la del año, incluso la del lustro. Durante un día y medio aproximadamente, se especuló con la posibilidad de que los Rolling Stones actuasen en el municipio del Priorat durante la gira mundial que van a realizar este año. Joder, a media hora de mi casa. En caso de ser cierto, sus majestades satánicas hubieran hecho dos paradas en España: Madrid y Falset (que no llega a los 3.000 habitantes).

Aunque desde el principio se dio cierta verosimilitud a la noticia (el alcalde reconoció que tenía la propuesta sobre la mesa) aquello olía muy mal. Demasiado bonito, demasiado peliculero. La excusa de que a Mick y Keith les gusta mucho el vino del Priorat y por eso querían actuar en el pueblo sonaba muy forzada (el titular ‘Los Rolling piden actuar en Falset’ parece sacado de El Mundo Today). Y así es. Como suele pasar en este país, al final todo resultó ser una invención de algún listillo que quería sacar unos eurillos. Piensa mal y acertarás. Y es que en Chanchullolandía, hasta el más tonto hace relojes.

Tendremos que esperar a otra ocasión para ver a los Rolling. Yo voy a ser proactivo. Ya he enviado un correo a su manager ofreciéndoles tocar en mi terraza. Tengo bastante espacio, hace buen tiempo y debajo de mi casa hay una bodega con una gran variedad de vinos del Priorat. Si lo de Falset podía colar… ¿por qué esto no?