La Inercia, esa web que recomiendan Especialistas Secundarios.

La elección de Raúl

DUNCAN DHU –  SIEMPRE (AL ABANDONARNOS)

Una canción pespuntada con imágenes: el faro cerrado, el lago dormido y los cuadros quemados; y con poética tierna: los días de lluvia en tus ojos, la vuelta a casa después de amarnos; el ‘después de’, imponente, como un bicho agarrado al pecho o esa tristeza crepuscular, que aquí no es tan desazón como extrañeza, como perplejidad después de que aquellos resortes vitales bien forjados, véase el orden del mundo, hayan saltado a traición por los aires.

Ya vale de disparar el azúcar, dirán, y con razón. ‘Siempre’ sabe a otoño, a San Sebastián encharcado, a  cielo encapotado, a terraza mojada pero sobre todo a ruptura consensuada, a adiós lánguido que no tiene por qué ver con el amor. ‘Siempre’ sabe, fundamentalmente, a camerino mudo, a telón polvoriento, a teatro vacío, a Mikel Erentxun y Diego Vasallo bajando la mirada y cerrando, a ritmo de vals, casi 20 años de masivo pop de orfebrería, pelotazos de radiofórmula y atardeceres cursis en sus letras.

El tema aún tuvo tiempo de sonar, hace justo una década, en los 40 Principales, formando parte de ‘Crepúsculos y crudités’, un álbum de despedida acústico y recogido, con teclado, guitarritas acústicas y poca cosa más. Hasta la portada, un lienzo de Javier Aramburu donde se siluetean dos sillas vacías, parece transmitir la humedad vasca y la sensación de pérdida y de derrota o la melancolía que está por venir. Ese adiós corrosivo sin saber muy bien qué decir. Perdonen los diabéticos tanta glucosa. Ya dije que Duncan Dhu siempre han sido blanditos y un viernes moñas lo tiene cualquiera, oye.

 

La elección de V the Wanderer

MÉLANIE LAURENT & DAMIEN RICE – UNCOMFORTABLE

A qué tanto prejuicio con las actrices metidas a cantante si, en el fondo, ya tenemos suficientes excepciones como para conformar una regla. Juliette Lewis o Zooey Deschanel no han incurrido en delito alguno con sus aventuras musicales y a JLo no la consideramos ni una cosa ni la otra. En el fondo ambas cosas tratan de interpretar, dirigir un determinado estado de ánimo: the singer, not the song.

Ahora se añade Mélanie Laurent, la chica de ‘Inglourious Basterds’ o ‘Le concert’, y vive dios que no lo hace mal. Su disco ‘En t’attendant’ es un perfecto muestrario de su francesía elegante, melancólica, muy parisina. Pianos, intimidades y algo de turisteo musical, pero con encuadre propio. No lo hace mal, nada mal, y encima la acompaña, en dos de sus cortes, el maestro Damien Rice. El cedé es diáfano en su estructura y señalización, casi metamusical: se abre y cierra con dos bellísimos instrumentales de piano (‘Début’ y ‘Fin’), ‘Circus’ es un bus turístico de aires tiersenescos y acordeones alegres, ‘Papa’ es una fotografía descolorida mirada con nostalgia y los temas con Damo son bombazos emocionales rebosantes de rabia post-romántica.

La historia del álbum es casi mejor que éste: Laurent decide arrancar su carrera musical, va a Woodstock, empieza la producción, no le gusta nada, se coge un disgusto, contacta con su ídolo Damien Rice en busca de consejo, éste la invita a su huerto-refugio en Irlanda, allí le aconseja, le enseña, se cuela en el disco, y la Laurent, fan total, flipando. Normal, máxime teniendo en cuenta que el raruno de Rice no edita nada desde 2006. Esta ‘Uncomfortable’ es una de esas cargas de profundidad que tan bien se le dan al maldito irlandés, pero ojo, que la parisina aguanta el tipo y defiende su parte como una igual. No es fácil debutar dándole la réplica a un gigante, por pequeño y vegetariano que sea.

La elección de Withor

THE STROKES – HARD TO EXPLAIN

Uno de aquellos temas que me obsesionan es la regularidad musical en la carrera de un artista. Raúl y yo acabamos llegando a la conclusión de que era imposible que todos los discos que saca un grupo lleguen o al menos rocen el excelente.  Hace unos años, tenía unos cuantos en la cabeza que cumplían con los requisitos. Hoy en día, apenas un par. Nuestra teoría, aunque sin una investigacion científica de por medio ni muestros probabilísticos, parece ser cierta.

Mantener una carrera regular, entre el 7 y el 10, es especialmente difícil cuando se te va la olla y tu primer disco es una obra maestra. Y si no que se lo digan a los Strokes. Mucho crear tendencia, mucho acuñar una generación y un sonido (el tan repetido ‘suenan como los strokes’, frase incluso más importante que la banda) y todo… ¿para qué? Pareciere que para que todo lo que hayan hecho después de ese discazo que es ‘Is this it’, por bien que suene, siempre acabe enterrado bajo una sentencia contundente: «Está bien, pero el primer disco era mejor». A lo Manos de Topo.

Demasiados temazos juntos, Casablancas. Con lo fácil que hubiera sido sacar un disco normalito, e ir subiendo el nivel. Así lo hicieron los Beatles, y se supone que fueron los más grandes. Pues no. Megalomanía. ‘New York City Cops’, ‘Hard to explain’, ‘Last nite’, ‘Take it or leave it’… todos en un mismo disco. Así cualquiera se supera. Un rise and fall más en la historia de la música. No será el último. Si todo el mundo leyera más La Inercia…