Cuando despertaron, las tres canciones aún estaban allí.

La elección de V the Wanderer

BASIL POLEDOURIS – PROLOGUE/ANVIL OF GROM + RIDDLE OF STEEL / RIDERS OF DOOM

Entre el tiempo en que los oceéanos engulleron Atlantis y el alzamiento de los hijos de Aryas, hubo una edad de aventuras, de leyendas, de sueños. La edad de Conan, el bárbaro, el guerrero, destinado a llevar la corona de Aquilonia. La edad olvidada.

Difícil reto para el genio griego Poledouris: poner música a esta edad, convertirla en una realidad sonora. Máxime cuando De Laurentiis, ese productor, pedía un score pop. John Milius, director, tomó el juego especulativo-pre-fanta-histórico de R.E. Howard, escritor, como santa norma: la edad olvidada debía existir, la espada y brujería debían convertirse en reconstrucción arqueológica.

Poledouris tejió una ópera, una sinfonía narrativa continua, un score dinámico, grandilocuente, epifánico, pero también de una belleza y una contención sabias; rico en sabores, evocaciones y texturas. Hay menciones a los clásicos: Holst, Prokofiev, Orff, pero sin ser un simple espejo.

El trabajo armónico recupera instrumentos olvidados, sonidos de ese primer pasado que jamás existió. Valga de ejemplo el ejército de trompas o cornos franceses (¡nada menos que veinticuatro!) que sostienen el «Anvil of Grom» de apertura, la potente percusión, los recesos melódicos que hacen resonar la pasada gloria atlante. De ahí pasamos, sin respirar, a las fanfarrias de «Riders of Doom», potentísima épica que aún está por superar.

Estos diez minutos (dos temas: he hecho trampa) componen un arranque inolvidable, pero es que el resto del trabajo no es para menos: «The Gift of Fury» (el particular Dies Irae de Poleduoris), «Column of Sadness / Wheel of Pain», «Theology / Civilization», «Love Theme»… Háganse un favor, enchúfense el cedé completo; viajen (con un ritmo de 5/4) a la Edad Olvidada.

La elección de Raúl

JAVIER CORCOBADO – A NADIE

Exterior, noche, el día después del día del fin del mundo o ese mismo día por la tarde. En ese momento se emplaza esta canción post-apocalíptica que narra el lamento desolado de un dios que reniega de serlo y clama contra el ser humano. Hay poesía grandilocuente, metáforas pedantes y una elegancia oscura y decadente. La destrucción lo ha asolado todo y el dios, que va a acabar llorando como un niño, se ha quedado solo: ya no tiene razón de ser, pues no hay quien le rece, pero sabe que está condenado a la inmortalidad.

El ritmo es de vals pero aderezado con castañuelas (¿cómo un tema tan dramático puede tenerlas?) y la voz siempre gravísima, como de recitar una letanía. Corcobado, el ex líder del grupo Demonios Tus Ojos (tiene bemoles el nombrecito), es un tipo turbulento que se revuelca en el trauma, un poeta más árido y fatal que maldito. Por regla general, desconfío de la gente excesivamente solemne, que se toma tan en serio a sí misma que es incapaz de darle una pizca de ironía a sus canciones.

Pero el chamán Corcobado, muchas veces infumable, es aquí hermoso y desgarrado mientras se desgañita envuelto en arreglos de cuerda épicos y lo maldice todo: la soledad eterna y la Tierra convertida en un erial bajo el cielo de cenizas. ¿Dónde han quedado el crimen y la bondad?

La elección de Withor

LOS ENEMIGOS – SEÑORA

Hay canciones buenas, malas, regulares, algunas que se dejan escuchar, otras que no molestan de fondo, las hay que producen repugnancia, existen otras que son buenas para determinadas situaciones, otras que te gustaría escuchar en tu funeral… También hay canciones que son la definición perfecta de un determinado género musical. Este es uno de los casos. Si alguien me pregunta: Amigo Withor, ¿Qué es el rock and roll? La mejor respuesta posible sería hacerle escuchar esta canción.

Nunca una versión sonó mejor. Nunca una letra escrita desde el corazón de un jippie melenudo sonó tan bien en la voz de un rockero de Malasaña, fustigado de tantos tintos y chupitos de whiskie antes de echar la siesta. Porque esta canción, tan dura y cruel (‘recuerde antes de maldecirme, que tuvo usted una carne firme’), parece hecha a la medida de los Enemigos. A mí no me engañas, Serrat. Esta canción no la compusiste para ti. La hiciste sabiendo que algún día estos tres rockeros de mierda la tocarían, la grabarían, la harían suya y te la robarían para siempre.

‘Señora’ es puro rock and roll, una oda a la juventud, al ‘vivir intensamente y morir joven antes que viejo y demacrado’. Una canción que escucho regularmente porque sé que, de aquí a unos cuantos años, no podré hacerlo. Porque yo seré esa señora, y seré yo, y no ella, quien no tenga la carne firme. Putos Enemigos. Primero le roban la canción a Serrat y ahora me hacen reflexionar sobre el paso del tiempo. Suerte que aún voy por los 26…