En La Inercia nos regimos por un calendario semilunar que parte del nacimiento de Thelonius Monk, pero aún así les deseamos un feliz y no bisiesto 2011 a ustedes, tipicorros occidentales de calendario gregoriano. Y feliz concierto si están en Viena.

La elección de Withor

U2 – NEW YEAR’S DAY

Empezar a ir al gimnasio y dejar de fumar son los dos grandes clásicos de Nochevieja. Apuntarse y pagar la cuota mensual pero no pisar el gimnasio y dejar de fumar hasta el cafe del día de Año Nuevo suelen ser, en general, los resultados más comunes. Y es que,  como canta Bono, ‘nothing changes on New Year’s day’.  Podemos hacer promesas, creer que vamos a ser diferentes, pero todo sigue siendo exactamente lo mismo.

Siendo U2 uno de aquellos grupos que no soporto más allá de un greatest hits, he de reconocer que esta es una de mis favoritas. Y eso que no falta la letra pastelosa (ese «I will be with you again» prototípico y que podría estar en cualquier canción de cualquier grupo de cualquier parte del mundo) ni esa voz que tan famoso ha hecho a Bono y que en algunas ocasiones me suele producir arcadas (reconozco que el personaje hace méritos para ello). Dicho esto, me quito el sombrero, lo dejo en el suelo y empiezo a aplaudir: hay que disfrutar una buena canción de rock cuando se tiene delante. Sea Nochevieja, Año Nuevo o el 11-S. Todos somos los mismos sea el día que sea.

La elección de V the Wanderer

TAKI RENTAROU – OSHOUGATSU

‘Oshougatsu’, composición sobre la festividad japonesa del mismo nombre, es un himno festivo con base de canción infantil que repasa todos los tópicos de la fecha, los hábitos y tradiciones de un Año Nuevo al que increpa a llegar pronto («hayaku koi koi oshougatsu!»). Música popular al uso, que nos enseñaron en clase de japonés y no he conseguido quitarme de la cabeza. Pero, por una vez, la autoría de la música popular tiene nombre y apellidos, en lugar del acostumbrado «anónimo» o «popular»: Rentarou Taki, compositor nipón de finales del XIX.

Taki estudió en la Escuela de Música de Tokyo y más tarde visitó el Conservatorio de Leipzig, pero tuvo que abandonarlo tras pocos meses por una tuberculosis que le acabaría costando la vida. Falleció con tan sólo 23 años, dejando atrás un puñado de composiciones, como ‘Hana’ o esta ‘Oshougatsu’, que pasarían al acervo japonés. Taki combinó de forma natural la inclinación por la sencillez y la melancolía japonesas con el romanticismo alemán (un matrimonio, por otra parte, bastante lógico) y, aunque no resulte tan visible como en ‘Urami’ o ‘Kojo no Tsuki’, algo de esto queda en su himno al Año Nuevo.

Inocencia, lirismo suave, carácter popular y un poso melancólico para esta transición artificial, este momento de renovación que nos hemos buscado sobre el calendario. Feliz año nuevo, que llegue tan pronto como tenga que llegar.

La elección de Raúl

ARIEL ROT – LA ÚLTIMA CENA

El plan es sencillo, ligero, hedonista: serpentinas, placeres a la carta y dejarse llevar. El ambiente es ancestralmente conocido: las prisas, las felicitaciones, el vértigo del cambio de año, la cuenta atrás, la efímera apocalipsis, la fiesta del paroxismo en la que el mundo se estremece para luego, al día siguiente, saturarse de pereza por empezar otro enero. “Saltemos por el aire, hagamos una hoguera, y sálvese, sálvese, sálvese quien pueda”, dice la letra. Míster Rot, arropado por la eficiencia anglo de The Atracctions, la banda de Elvis Costello, apuesta por el desenfreno comedido o la sobria ebriedad en familia para darle la bienvenida a 1997 y cerrar el disco ‘Hablando solo’.

Disfrute usted sin nubes negras en la cabeza, póngase este rockito disparado y urgente, relativice todo, baile, banalícese, vomite el champán, aunque esta fiesta y su vida estén vacías. Por supuesto, no espere un milagro por Navidad. El modus operandi es simple: fumemos un cigarro a la luz de la luna y encomendémonos al rito universal de hacer balance y construir nuestros nuevos proyectos. Así se resume la vida, en un ir y venir de añadir contactos. “Hay un número nuevo y algunos que se fueron en mi agenda del 96”, continúa la letra de esta canción que aúna contrastes: la energía epícurea de un rock veloz y la nostalgia de los años que acaban, los siglos que cambian, las Nocheviejas que pasan.