¿No saben qué películas ver durante este fin de semana? Aquí tienen un par de propuestas. Las últimas de 2012. El año que viene ya si eso les decimos más.

‘ZORBA EL GRIEGO’
(‘ZORBA THE GREEK’, MICHALIS KAKOYANNIS, 1964)

Aunque solo haya visto una película de Anthony Quinn, puedo garantizar y garantizo que su carácter, su rostro y su mirada desprenden una ternura canallesca de lo más genuina y poco habitual. Su papel co-protagonista en Zorba the greek (1964) calienta el corazón del hombre más amargado del planeta Tierra.

El bien escogido Alan Bates, la hermosa Irene Papas y, por encima de todos, la superlativa Lila Kedrova completan el cuadrilátero emocional de una película bella, atemporal y fabulosamente ultraterrenal. Μιχάλης Κακογιάννης (Michalis Kakoyannis) entró en el olimpo cinematográfico gracias a un filme repleto de escenas y diálogos que evocan a los aspectos más magnéticos del ser humano.

Puede que la única película que este director greco-chipriota (concretamente de Lemesos) grabó con pasta yanqui sea la mejor de su carrera. El dinero se convierte en una bendición cuando ayuda a rodar e inmortalizar uno de los mejores finales de la historia del cine: Quinn y Bates bailando contra el mundo al son de Mikis Theodorakis. Apoteósico.

‘CARANCHO’
(PABLO TRAPERO, 2o10)

La violencia es fascinante cuando el que rueda sabe tratarla de tú a tú sin riesgo, complejo ni condescendencia alguna. La sexta película del argentino Pablo Trapero es un tiro en la mismísima sien. Un golpe seco, potente, certero e incontestable. Esconderse es tirar el tiempo a la basura. Si la cruzas date por atropellado.

Pese a disponer de toda la contención del mundo, en Carancho (2010) no cabe una milésima de segundo para la reacción del espectador. La cámara te agarra de la cabellera y te arrastra hacia la tragedia más miserable del individuo como ser pura e instintivamente social. Los planos fijos están medidos con el tallaje del tono dramático.

Hace tiempo que los elogios hacia Ricardo Darín quedaron minúsculos. No es un actor, es algo más: un animal carnívoro que despelleja hasta el último hueso del personaje que interpreta. Dentro de Darín solo hay verdad. Y es por eso que en cada frame al espectador se le pone gorda. Amor y supervivencia. Angustia y sordidez. Tensión y hostilidad. Crudeza y frustración. Extorsión y dolor. El cóctel explosivo.

Juanjo López, MelonTajáEnMano