La Inercia nunca duerme y vive al filo de la actualidad para traerles siempre las últimas novedades de las exclusivas más inmediatas del momento. Lo que pasa es que luego, cuando nos ponemos a redactar, nos va más la calma, la vista atrás, la sabiduría que da el reposo trabajado. Se nota, por ejemplo, en estas tres recomendaciones, que viven un poco entre el entonces y el ahora, el aquí y el allá, lo relevante y lo banal, pero siempre, siempre, siempre con un criterio de muchísimo aplaudir así pasen los puercos años.

La elección de V the Wanderer

MOGWAI – GLASGOW MEGASNAKE

En la escala de rabia, lo de «esta canción es muy cinematográfica» da, no sé, un siete o un ocho sobre diez. No quiere decir nada o, en todo caso, indica que es cuestión de tiempo que acabe siendo vampirizada para algún resumen hortera de los goles de la jornada.

En otro orden de cosas, a mí ‘Glasgow Megasnake’ me ha parecido siempre la hostia de cinematográfica.

Apañé hace tiempo un cedé con temazos de mucho vigor para reproducirlos al volante. Era antes de que ‘Fast Five’ y ‘Furious Six’ me parecieran cimas del cine, pero ya entonces apostaba por una conducción firme, enérgica, de mirar al frente muy fuerte y sentirse hombre en tanto que ser viril. En realidad era una recopilación para no dormirme, pero quédate con la primera versión.

En fin. Que la escuchaba y me decía, «raro es, compañero Navarro, que no se haya usado en cine o series». Imaginaba escenas musculosas, con un brío desbocado, encarriladas con una furia osezna hacia una conclusión de las de coger aire. Y aún así, que yo sepa, nadie hizo el apaño.

La semana pasada me puse a avanzar en mi lista de juegos pendientes y le metí mano a ‘Spec Ops: The Line’. Es una cabriola maravillosa que, sobre la base de un competente shooter en tercera persona, levanta una versión de ‘In the heart of darkness’ ambientada en el Dubai moderno que déjenla estar. Pone sonido a la acción un DJ radiofónico pirado, una especie de maestro del embellecimiento diegético, y en una escena de notable tronío pincha el temorro de Mogwai que nos ocupa. Imagina mi sorpresa y satisfacción. Estuve por pasarles una factura pero preferí liarme a tiros. La hostia de cinematográfica.

La elección de Withor

TRIANGULO DE AMOR BIZARRO– ELLAS SE BURLARON DE MI MAGIA

Supongo que ya habrán leído que el último disco de Triángulo de Amor Bizarro es un pepinazo. Dejando de lado mis problemas lingüísticos para encontrar un calificativo justo sin hortaliza mediante,  corroboro que los gallegos saben aprovechar como nadie el ruido y esa medida sensación de caos y descontrol.

El único punto negro es que han bajado el listón en lo que se refiere a los títulos. Exceptuando ‘Ellas se burlaron de mi magia’ (un tomataco) el resto no dejan de ser combinaciones de palabras que un disco de Malú o Rosario también podrían contener.

Para mí es importante. Hablamos de buena mierda, de títulos como ‘Ardió la virgen de las cabezas’, ‘¿Quiénes son los curanderos?’, ‘El crimen: cómo ocurre y cómo remediarlo’, ‘El culto al cargo, o como hacer llegar el objeto maravilloso’, ‘Para los seres atados (a las condiciones terrenas)’, ‘La malicia de las especies protegidas’ o  ‘El radar al servicio de los magos’.  Tengo especial predilección por dos: ‘Pantalones abajo marinero’ y ‘Cómo iluminar una habitación’.

Me gustaría saber qué hay detrás de estos títulos, conocer las intrahistorias. Quizás nos reiríamos tanto como con la epicidad de la frase ‘Despídete del lago’.

 

La elección de Raúl

DINAMITA PA LOS POLLOS – PANDILLEROS

Somos muy de los extremos con sorna, de las bromas juguetonas con la vida salvaje: tenemos padres que trafican con droga en el barrio, quedamos a las tres de la tarde en un bareto para tomar peyote y ayahuasca como si fueran digestivos y recordamos cómo fue la última noche en el after, que acabó normal, como siempre, a lo grande, con una botella partida en la cocorota y la policía tomándonos declaración en el calabozo. Ficciones todo ello, y un breve deseo de llevar esas existencias literarias y en el alambre. Luego, fuera de la fantasía de nuestras cabezas, un sosiego adulto nos gobierna, y somos de una prudencia familiar y ramplona.

Así me imagino yo a Dinamita pa los pollos, tranquilitos en el fondo pero traviesos con la fábula callejera, ávidos de liturgias violentas en la madrugada. Hay cócteles irrenunciables: un grupo con pintas de la Década Prodigiosa, con coros femeninos, con una pátina infantil y unos aires festivos de country. Sólo la letra de esta canción transgrede ese planteamiento inicial blanquísimo, para todos los públicos: «Espero encontrarte buscando jaleo, la nariz sangrando y rodando por el suelo. Si llegas antes, guarda algo de pelea para mí». No pega, algo no cuadra en este texto que podría interpretar el Loquillo más bullas o los Siniestro Total más cazurros, y por eso divierte intuir algún escándalo.

En el fondo, todo es muy entrañable e inocuo: ¿qué hay más auténtico que una buena pelea de bar?, siempre más cerca de ‘Aterriza como puedas’ o La Ostra Azul que de Tyler Durden y El Club de la lucha. Mientras, nosotros seguimos confiando en que cualquier reunión rutinaria, saludablemente matinal y esplendorosa, se tuerza y empiece a cortar el aire el vuelo de sillas, y se repartan navajazos aquí y allá, que con country en castellano de los años 80 sonando ya serán más leves. Luego, claro, la realidad nunca resulta tan bonita, decimos cabizbajos ante el inofensivo café con leche. Suspiramos: quien pillara buena y longitudinal cicatriz en pleno suburbio.